AL PUEBLO DE OVEJAS, A LOS SUCREÑOS Y A LA COLOMBIA DE NUESTROS SUEÑOS (2002)
Edwin Mussy Restom, Alcalde de Ovejas
Los cuatro días mágicos donde la gaita multiplica sus influjos para decirle al mundo que su reino va más allá de la imaginación, son en esencia la prolongación de nuestra existencia jovial, alegre y absolutamente fiestera. La fiesta de las gaitas, ya es eterna. Su simbología nos eleva a otros confines y nos demarca el quehacer como hijos de los imponentes Montes de María.
Significa esta singular reflexión que Ovejas ha eternizado su presencia Caribe, en extensión a las cálidas sabanas sucreñas, desde el lenguaje útil, antológico, vernáculo, celestial y mágico de las gaitas zenúes, a manera de parto tri-etnico que nos ha consagrado ante el mundo.
En medio de ese aletear de esperanzas y sueños, nuestro grandioso Festival Nacional de Gaitas “Francisco Llirene”, llega a su madurez, sin un atisbo de decadencia, pese a las dificultades que hemos hallado, para entronizarlo en su aniversario numero 18, es decir, en su mayoría de edad.
Debemos reconocer que a lo largo de la historia del más grande evento folclórico del territorio norte del país y quizá el de mayor esencia ancestral en toda la geografía colombiana, ha sufrido la inclemencia de las improvisaciones, en algunos casos, de la irresponsabilidad, pero también ha tenido instantes de gloria, aunque haya sido en medio de las borrascas de tiempos adversos, en que los recursos fueron recortados por entidades, personas naturales, jurídicas, colaboradores asiduos, etc.
Sigue el paso del tiempo, sigue soñando Ovejas con los rutilantes instantes en que la gaita se ha encumbrado hacia los confines celestiales, a donde sólo llegan las más hermosas manifestaciones culturales y simbológicas. Sus cultores, pródigos de coraje y sapiencia, trascendieron las fronteras de la imaginación y se volvieron etéreos tal como es el susurro de las brisas suaves que bajan de los Montes de María. Nos enseñaron de manera simple pero contundente que la magia de los grandes, no será jamás alterada aunque suenen otras melodías.
En este proceso de construcción de cultura, de magia, de desarrollo social y de imaginación, hemos querido participar desde nuestra invertebrada posición de amigos de la verdad y de luchadores innatos. Cambiamos las palabras por obras, precisamente porque así fomentamos el desarrollo integral y sostenible de Ovejas, para que en este siglo XXI, nos enrumbemos hacia un futuro mejor. Enfrentamos con inteligencia el reto del desempleo buscamos respuestas en las más altas esferas del Estado para poder encontrar las fuerzas que se requieren, en la consolidación de los espacios de paz y de ciudadanía, iniciados en nuestro periodo 1995-1997 y continuados en el actual periodo 2001-2003, con la anuencia y participación de todos ustedes, por ello, gracias, mil gracias.
A de de Dios que no nos hemos propuesto ser los voceadores de nuestra verdad, solo queremos dar una imagen más traslúcida de los esfuerzos, motivaciones y luchas que nos acompañan desde que estamos al frente del potro cerrero de una Alcaldía, de complejo manejo.
En fin, seguimos creyendo en Ovejas, apostamos por ella, apoyamos a sus jóvenes, invertimos en su grandeza, seguimos tratando de conseguir espacios y recursos para engrandecer la cultura gaitera y elevamos constantemente una oración ante JESUCRISTO para que nos ilumine en medio de las dificultades propias de la carencia de recursos.
Por nuestro pueblo, dejemos que la melodía de una gaita nos traslade hacia los confines de la grandeza musical y folclórica que sueñan los Sucreños y Colombianos en general, para los Ovejeros. Experimentemos la vibración sobrenatural del crujir de los cueros atados a la madera y deleitemos nuestros corazones con las chuiras cautivas, en las maracas de totumo cariaco y soñemos que acariciamos la PAZ en medio de la edición XVIII del Festival Nacional de Gaitas.
Gracias a Dios, las gaitas seguirán sonando en los confines de los Montes de María por la grandeza de nuestra patria Colombiana.
Con cariño y respeto.
Los cuatro días mágicos donde la gaita multiplica sus influjos para decirle al mundo que su reino va más allá de la imaginación, son en esencia la prolongación de nuestra existencia jovial, alegre y absolutamente fiestera. La fiesta de las gaitas, ya es eterna. Su simbología nos eleva a otros confines y nos demarca el quehacer como hijos de los imponentes Montes de María.
Significa esta singular reflexión que Ovejas ha eternizado su presencia Caribe, en extensión a las cálidas sabanas sucreñas, desde el lenguaje útil, antológico, vernáculo, celestial y mágico de las gaitas zenúes, a manera de parto tri-etnico que nos ha consagrado ante el mundo.
En medio de ese aletear de esperanzas y sueños, nuestro grandioso Festival Nacional de Gaitas “Francisco Llirene”, llega a su madurez, sin un atisbo de decadencia, pese a las dificultades que hemos hallado, para entronizarlo en su aniversario numero 18, es decir, en su mayoría de edad.
Debemos reconocer que a lo largo de la historia del más grande evento folclórico del territorio norte del país y quizá el de mayor esencia ancestral en toda la geografía colombiana, ha sufrido la inclemencia de las improvisaciones, en algunos casos, de la irresponsabilidad, pero también ha tenido instantes de gloria, aunque haya sido en medio de las borrascas de tiempos adversos, en que los recursos fueron recortados por entidades, personas naturales, jurídicas, colaboradores asiduos, etc.
Sigue el paso del tiempo, sigue soñando Ovejas con los rutilantes instantes en que la gaita se ha encumbrado hacia los confines celestiales, a donde sólo llegan las más hermosas manifestaciones culturales y simbológicas. Sus cultores, pródigos de coraje y sapiencia, trascendieron las fronteras de la imaginación y se volvieron etéreos tal como es el susurro de las brisas suaves que bajan de los Montes de María. Nos enseñaron de manera simple pero contundente que la magia de los grandes, no será jamás alterada aunque suenen otras melodías.
En este proceso de construcción de cultura, de magia, de desarrollo social y de imaginación, hemos querido participar desde nuestra invertebrada posición de amigos de la verdad y de luchadores innatos. Cambiamos las palabras por obras, precisamente porque así fomentamos el desarrollo integral y sostenible de Ovejas, para que en este siglo XXI, nos enrumbemos hacia un futuro mejor. Enfrentamos con inteligencia el reto del desempleo buscamos respuestas en las más altas esferas del Estado para poder encontrar las fuerzas que se requieren, en la consolidación de los espacios de paz y de ciudadanía, iniciados en nuestro periodo 1995-1997 y continuados en el actual periodo 2001-2003, con la anuencia y participación de todos ustedes, por ello, gracias, mil gracias.
A de de Dios que no nos hemos propuesto ser los voceadores de nuestra verdad, solo queremos dar una imagen más traslúcida de los esfuerzos, motivaciones y luchas que nos acompañan desde que estamos al frente del potro cerrero de una Alcaldía, de complejo manejo.
En fin, seguimos creyendo en Ovejas, apostamos por ella, apoyamos a sus jóvenes, invertimos en su grandeza, seguimos tratando de conseguir espacios y recursos para engrandecer la cultura gaitera y elevamos constantemente una oración ante JESUCRISTO para que nos ilumine en medio de las dificultades propias de la carencia de recursos.
Por nuestro pueblo, dejemos que la melodía de una gaita nos traslade hacia los confines de la grandeza musical y folclórica que sueñan los Sucreños y Colombianos en general, para los Ovejeros. Experimentemos la vibración sobrenatural del crujir de los cueros atados a la madera y deleitemos nuestros corazones con las chuiras cautivas, en las maracas de totumo cariaco y soñemos que acariciamos la PAZ en medio de la edición XVIII del Festival Nacional de Gaitas.
Gracias a Dios, las gaitas seguirán sonando en los confines de los Montes de María por la grandeza de nuestra patria Colombiana.
Con cariño y respeto.
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