MELODÍAS DE PAZ (2005)
En la expectativa de que vuelvan a sonar de manera solemne y oficial los tambores y las gaitas en este terruño de tanto aprecio, quiero invocar al Príncipe de la Paz, Nuestro Señor Jesucristo, para que esta vigésima primera edición del Festival Nacional de Gaitas, suenen melodías de paz y de esta manera construir convivencia pacífica.
El tema de la paz para muchos se ha convertido en un negocio, tan macabro como el comercio de armas para la guerra. Pero en Ovejas vamos a ser la diferencia: mientras tantos hablan de paz, las gaitas se convertirán en instrumentos que expresan el amor, la esperanza y la amistad.
Las gaitas, maracas y tambores en sí mismas son instrumentos inertes y yertos, sólo la magia de los hombres del folklore pueden darle expresión y sentimiento. Por tanto, aquí no solamente sonarán instrumentos, sonarán historias, lamentos, tristezas, alegrías, esperanzas y anhelos... fluirá la nobleza del hombre y la mujer montemariana.
La gaita y demás instrumentos de nuestros ancestros indígenas no se construyeron y afinaron para la guerra sino para la paz y el encuentro, para la fiesta y para bailar, para la convivencia y para hermanar, para enamorar y para impresionar, para robar sonrisas y con elegancia y coqueteos encantar a la persona de nuestros deseos.
En Ovejas queremos que suenen las gaitas, los tambores y las maracas para hacernos amigos, para olvidar ofensas, para crear unidad, para abrazarnos y construir confianza.
Al compás de melodías ancestrales y aún cuando expresen por momentos dolor por el desarraigo, angustia por la persecución, enojos por señalamientos irresponsables, coraje por la injusticia e inequidad y la tristeza por la ausencia de los seres que la guerra arrancó de los hogares ovejeros, sonarán también melodías que buscan por los orificios de la gaita, los cueros del tambor y las semillas que hacen sonar las maracas, sueños y melodías de paz.
A nuestro amado Señor Jesucristo pedimos con el corazón henchido de fe y esperanza que cesen las discordias, que se consolide la paz. Imploramos que se manifieste el desarrollo y el progreso de nuestro pueblo, dándole a cada ovejero y ovejera un corazón donde residan los frutos del Espíritu, frutos como el amor, la alegría, la paz, la paciencia, la afabilidad, la bondad, la fidelidad, la mansedumbre y el dominio de sí (Gálatas 5,22).
En estos CIEN AÑOS de vida parroquial y al amparo y protección del San Francisco de Asís, ¡Qué bueno es que suenen las gaitas, qué bueno es que suene la paz!
Bendiciones de Amor y Paz.
Presbítero DERIAN RODRÍGUEZ AMAYA
Párroco de Ovejas
El tema de la paz para muchos se ha convertido en un negocio, tan macabro como el comercio de armas para la guerra. Pero en Ovejas vamos a ser la diferencia: mientras tantos hablan de paz, las gaitas se convertirán en instrumentos que expresan el amor, la esperanza y la amistad.
Las gaitas, maracas y tambores en sí mismas son instrumentos inertes y yertos, sólo la magia de los hombres del folklore pueden darle expresión y sentimiento. Por tanto, aquí no solamente sonarán instrumentos, sonarán historias, lamentos, tristezas, alegrías, esperanzas y anhelos... fluirá la nobleza del hombre y la mujer montemariana.
La gaita y demás instrumentos de nuestros ancestros indígenas no se construyeron y afinaron para la guerra sino para la paz y el encuentro, para la fiesta y para bailar, para la convivencia y para hermanar, para enamorar y para impresionar, para robar sonrisas y con elegancia y coqueteos encantar a la persona de nuestros deseos.
En Ovejas queremos que suenen las gaitas, los tambores y las maracas para hacernos amigos, para olvidar ofensas, para crear unidad, para abrazarnos y construir confianza.
Al compás de melodías ancestrales y aún cuando expresen por momentos dolor por el desarraigo, angustia por la persecución, enojos por señalamientos irresponsables, coraje por la injusticia e inequidad y la tristeza por la ausencia de los seres que la guerra arrancó de los hogares ovejeros, sonarán también melodías que buscan por los orificios de la gaita, los cueros del tambor y las semillas que hacen sonar las maracas, sueños y melodías de paz.
A nuestro amado Señor Jesucristo pedimos con el corazón henchido de fe y esperanza que cesen las discordias, que se consolide la paz. Imploramos que se manifieste el desarrollo y el progreso de nuestro pueblo, dándole a cada ovejero y ovejera un corazón donde residan los frutos del Espíritu, frutos como el amor, la alegría, la paz, la paciencia, la afabilidad, la bondad, la fidelidad, la mansedumbre y el dominio de sí (Gálatas 5,22).
En estos CIEN AÑOS de vida parroquial y al amparo y protección del San Francisco de Asís, ¡Qué bueno es que suenen las gaitas, qué bueno es que suene la paz!
Bendiciones de Amor y Paz.
Presbítero DERIAN RODRÍGUEZ AMAYA
Párroco de Ovejas
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