Saturday, November 25, 2006

ALAS DEL VIENTO (2005)

El caminito brillante de los rayos de la luna que le asediaban era una amalgama de voces, susurros y melodías que pregonaban el encuentro de las almas eternas. Aquellas que por mandato Divino llegaban a fuentes y arroyos en noches de luna, para deleitarse y deleitar a madre natura con caricias a manera de cantos suaves, llenos de arte musical. Allí en esa oscuridad placentera se iniciaba la reunión de almas felices en pleno apogeo del mes de septiembre para escoger los heraldos anunciadores y los hijos felices de Dios que irían a recorrer el mundo, haciéndole honor al hermoso sentimiento que nace de la música y el canto. Ese mismo sentimiento que trae voces de amor y reconciliación para que la Paz reine por siempre, apadrinada por los espectros buenos y felices que le cantan a la vida y al perdón.

Allí en ese camino estrecho pero bien demarcado por los rayitos de luna, empezaron a llegar personajes que en vida fueron, Armando Contreras, Encarnación Tovar, Fernando Séptimo Mosquera, Toño Cabrera, Poncho cotes, Cayetano y Enrique Arias, Sebastián Mendoza, Modesto Álvarez Ortega, Alejandro Durán, “Colacho” Mendoza, Héctor Zuleta, La Vieja Sara, Rafael Orozco, Patricia Teherán, La Bizca Maria Isabel De La Rosa, Juancho Rois, Carlos Huertas, Octavio Daza, María Pineda, entre otros.

Cada uno de ellos sería enviado por los ángeles y querubines del Señor Todopoderoso para que en la tierra, desde su mundo etéreo, acompañen los eventos y hechos regionales en los que ellos fueron gestores, participantes, autores y motivadores.

En el momento de coordinar el orden de salida y la ubicación geográfica de los viajes que harían las almas felices, sonó una voz que retumbó en los confines celestiales sin ensordecer a nadie pero con mucha energía. Era Dios nuestro Señor quien personalmente llegaba a presenciar el instante maravilloso en que los espíritus de la música debían partir hacia los rincones de la tierra a los que tendrían que apadrinar en procura de la anhelada Paz. Elevó sus manos el Dueño del universo y dejó correr su voz fuerte, pero bondadosa, para llamar a tres viajeros de lo etéreo. María Isabel, Sebastián, Toño, vengan a Mí. De inmediato los tres hijos paridos en la tierra de los tabacos y las gaitas, se postraron ante Dios y susurraron humildemente: ¿qué deseas Señor?

Quiero simplemente que desde ahora y hasta finales de octubre, lleguen a los Montes de María y lo inunden de amor y melodía. Que en cada pedazo de tierra de esos maravillosos lugares, se sienta la voz del viento acompañada por sus cantos gaiteros. Que en cada rama del árbol que se estremece, se sienta el vibrar de las caderas de María Isabel “La Bizca”, que en cada bramido del ternero se esconda la melodía de las gaitas de Toño Cabrera y Sebastián Mendoza. Que en cada lugar de la plaza Principal de Ovejas, se sienta el calor del amor que irradia la melodía pegajosa de la gaita, que en cada corazón montemariano se sienta el pinchazo del perdón, y que el amor aflore en cada pajarillo cantor.

Toño Cabrera le respondió al Supremo Hacedor de las cosas, con una gaita en los labios y ejecutando “Jaramillo” a lo que respondió Sebastián Mendoza con su “Ratón” lo cual motivó que las cimbreantes caderas de María Isabel iniciaran un acompasado movimiento en el que la gracia y la picardía mostraban su esplendor para motivar lo dicho por el Todopoderoso.

Entendido el mensaje, se retiró Dios a sus aposentos y en las alas del viento se treparon los mensajeros celestiales para emprender el feliz regreso a la tierra ovejera, seguros de poder llevar a cabo la tarea impuesta por el Señor.

Por eso en cada brisa suave, desde el mes de septiembre, se siente el mágico murmullo gaitero y en cada instante de sol de octubre, se palpa el ultraterreno sabor del baile mítico de La Bizca y se cala hasta la médula la alegría nostálgica de las gaitas de Toño y Sebastián ... Así se construye la anhelada paz de mi tierra, nuestra tierra.

Si usted quiere sentir ese calido mensaje Divino, haga el ejercicio y siéntase en una mecedora en el patio de las casas bellas de Ovejas, respire profundo cerrando los ojos y allí podrá palpar ese influjo gaiteril que huele a maravillosa esencia de amor y perdón. Pruebe si quiere en una hamaca y sentirá la gracia de las voces etéreas que llegan suaves y quedas al oído, para cantar a la paz y a la reconciliación. No deje pasar por alto este sin igual momento porque sentirá la magia y poesía, amor y sueños de vida, canción y pasión impregnada de ternura. No renuncie al espectáculo Celestial de sentir y ver las lamas felices de Toño Cabrera, Sebastián Mendoza y la Bizca, porque seguramente el año entrante el turno le corresponderá a otros viejos y nuevos juglares gaiteros, que vendrán en las alas del viento para perfumar los aires de melodías ancestrales y bailes sutiles, cual pregoneros de arte y amor.

Allí en la plaza he reservado un lugar privilegiado porque cuando lleguen las gaitas de Octubre y se adueñen del atrio de la Iglesia Erigida en Honor a San Francisco de Asís, podré sentirlos con mayor calidez r renovados bríos porque es su fiesta, son sus noches de gaitas, noches de baile y canto.

Pero también estoy seguro que cuando el Festival Nacional de Gaitas arranque en su edición Nº 21, Dios abrirá las puertas del cielo y dejara que el resto de la horda de gaiteros y cultores del arte ancestral lleguen en esas cuatro noches de Octubre, para apoyar las tareas de los mensajeros celestiales que llegaron desde septiembre en las alas del viento.-

Este es mi homenaje sincero a todos los cultores de la Gaita, a sus familias y a Ovejas como comunidad impregnada de magia gaiteril.


Por: José Luis Rolón Álvarez