Saturday, November 25, 2006

PERSPECTIVAS (2005)

A: Domingo Rodríguez Zúñiga


Para el año 1985 em el pretil ubicado en la parte que actualmente ocupa la edificación de Cledis Pizarro, se iniciaba el preceso de resurgimiento de una manifestación musical que traía en su interior el dolor, pero también la alegría de la historia Colombiana. Era el inicio de una campaña cultural, política y social que entre otros apoyos convergía el ya acostumbrado escepticismo de muchos compatriotas que apenas nacieron para simplemente vivir. Pero, lo pretendido en estas líneas no es repetir estos argumentos por demás trillados en otros artículos. Hoy quiero antes que meramente recordar, evaluar y proponer algunas acciones en la mira de obtener una respuesta en el tiempo acorde a la importancia del evento de mayor trascendencia histórica y cultural de nuestra América.

Poder decir que la gaita no es patrimonio exclusivo de un pueblo en particular, quitar esa venda cegadora de verdades muchas veces dichas con pedantería y jactancia, se le debe al Festival de Gaitas de Ovejas. Muchos folcloristas, folclorólogos, inclusive antropólogos, sociólogos, encontraron es este certamen el estímulo propicio para desarrollar importantes estudios que hoy permiten reencontrarnos en el tiempo erigiendo desde ahí la esencia de nuestra vida futura. El festival se ha convertido en un medio de comunicación entre Ovejas y el Mundo. El conocimiento de la economía, de la idiosincrasia y hasta sus realidades socio políticas se han dado a conocer a través de este singular evento protagonizado por los ritmos prístinos de la Chuana. Si lo Zenúes se conocen como los inventores de la gaita, es un concepto promulgado a instancias del Festival. Si hoy nos resulta familiar comunidades indígenas como los Koguis, Armarios, Chimilas, Mocaná, Cuna, es porque en éste grandes escritores, investigadores, profesores, etc.; aprovechando esta tribuna han hecho referencia documental del proceso poblacional costeño; usos y costumbre; rechazo a la intromisión ideológica de modelos culturales; exponer a propios y extraños el invaluable patrimonio arquitectónico representado en edificaciones que muestran con imponencia viviendas y localidades públicas del tipo Republicano, Antillano con algunas facetas Góticas, Jónicas y Coloniales.

Antes del Festival, y de eso estamos seguros, pasaban inadvertidos y para muchos era imperceptible, los ritmos que se ejecutan con el instrumento aerófono y natural, lo que físicamente es el instrumento de la Gaita. Si se escuchaba el termino porro, se relacionaba con las bandas de música de viento, desconociendo que ese ritmo tuvo su origen en los ritmos ancestrales ejecutados con estos instrumentos primigénicos; la cumbia, la puya, el bullerengue le deben a la Gaita y al Festival de Ovejas, que hayan penetrado a unos ámbitos de socialización y a la actualización de sus esquemas musicales tomando la energía y el vigor de las nuevas generaciones.

El Festival Nacional de Gaitas “Francisco Llirene” elevó a Ovejas a una categorización de altísimo reconocimiento cultural en el país. Este pueblo de estirpe artesanal hasta la llegada de la industria del tabaco; fundado en el furor de las famosas Enmiendas que no fueron otra cosa que la prolongación testamentaria de las políticas imperialistas españolas, encontró en el Festival un alivio espiritual para contar en melodías y poesías esa historia aunque preñada de dolor por el desalojo, será siempre la fe de los sucesos en el tiempo.

Como se podrá observar, si el Festival tiene una gran incidencia en el devenir de ovejas y de la Costa, tenemos la obligación de convertirlo en un polo de desarrollo para la subregión. Esa visión efímera del tener al Festival solo como un encuentro fiestero, debe remitirse a un plano secundario. El llamado gira en torno a la premura de estructurar un evento con una mentalidad empresarial, abandonar de una vez por todas esos sentimientos paternalistas y bonachones, creando un círculo vicioso (pedir y luego regalar), dejando al certamen en una línea constante de mendicidad, poniendo en peligro su permanencia en la vida socio-cultural de estos pueblos que ven en el festival un espacio natural de integración y confraternidad.

Ahora la lucha es política, buscar la manera de despertar el interés del Parlamento Colombiano en la búsqueda de la Declaratoria de patrimonio Cultural de la Nación. No es fácil, pero un municipio como el nuestro se merece un gesto noble que al menos le sirva a Ovejas para resarcir los sufrimientos generados por aquellas acciones comprometidas con la injusticia y la infamia concepcionados en la descomposición social y en la pobreza ideológica que ha estrechado la posibilidad de autorreconocernos como región, cayendo en un bajo perfil cultural, lógicamente deteriorando el amor por esta tierra pasionaria que ha dado a muchos el don de ser.

No dejemos que el futuro de Ovejas se esfume en la penumbra del olvido y la soledad. Aquí hay un presupuesto cultural codiciable por muchos pueblos, quienes carecen de estas motivaciones, más sin embargo, actualmente gozan de los beneficios del progreso gracias al empuje de sus habitantes al no ser egoístas y mezquinos con la estructuración de su desarrollo. Entonces los Ovejeros, no debemos esperar que los de afuera, así sean Ovejeros, nos continúen mirándonos como la parcela a la cual vamos en tiempos de bonanza y en los albores de la politiquería. Necesitamos dirigentes que sientan y vivan lo que estamos viviendo, los que permanecemos compartiendo las alegrías y vicisitudes del miedo. Que no vengan con el cuento de la inseguridad perfilada.

Ovejeros, procuremos de no dejarnos invadir por los prejuicios y el pesimismo. Con el festival tenemos muchas cosas que explotar a nivel comercial: las artesanías, comidas típicas, amenizaciones musicales, cigarros, dulcería, etc.; a nivel académico establecer a instancias de la organización del certamen un centro de consulta de temas folclóricos e históricos de la región previa recopilación de documentos audiovisuales, sonoros y de textos concitando la conformación del Archivo Folclórico de los Montes de María constituyéndose en foco de defensa de nuestra identidad cultural. Ovejero aprópiate, enriquécete a costa de lo verdaderamente tuyo, no dejes que otros exploten, se vuelvan ricos y para colmo deformen tu historia. Es hora de tener un alto sentido de pertenencia. Es tiempo de vencer los temores del atraso.


Por Alfredo Ricardo Guerrero