Monday, July 16, 2007

LAS COSTUMBRES DE MI PUEBLO SE ESTÁN PERDIENDO (2001)

Arcadio Rodríguez Barrios



A veces el tiempo pasa, y no pasa en vano. A la memoria se me vienen sitios, cosas, juegos y lugares que hoy se han perdido por el paso del tiempo y por el afán de cambio, por negligencias o también por influencia de la cibernética.

Para citar ejemplos, empezamos por rl recorrido que hacían a diario en las madrugadas frías, los habitantes de este bello pueblo a buscar agua, el precioso liquido que bajaba de las montañas por los enredados helechos y pozos de agua “Llorá”. Sitios como el Tendal, Doña Matías, el Aguá entre otros. Los paseos en caseríos y corregimientos en Semana Santa con mucho amorío. Las largas caminatas a Don Gabriel, Flor del Monte, La Peña, Almagra a buscar dulce de ñame, de papaya, de guandul y muchos otros de buen gusto y larga tradición. Se han perdido los caminos por la espesa vegetación y abandono; que hay que decir de los tradicionales juegos como el Chiví Chiví, el coolí y la palizá. El juego del trompo, la bolita de cristal, el tuso, el juego del barrilete, cuando corríamos detrás de ellos atravesando las pajas, y después nos daban una “limpia” porque traíamos el cuerpo “sajao” de la zarza y la pringamoza; esos tiempos no volverán. Muchos juegos que reunían a jóvenes en la plaza para jugar todas las noches y que hoy, tales jóvenes han reemplazado esos juegos por las maquinitas electrónicas instaladas en muchas tiendas de la población; ya no juegan los niños o jóvenes en el pueblo. El 16 de Julio no se realizó el popular fandango que año tras año ininterrumpidamente se hacían en la madrugada. Yo recuerdo que no hace muchos años se bailaba al son de la banda o “papayera” con un paquete de velas en las manos y el pantalón “arregazao”, al lado de los grandes bailarines como Ovalle, La Mona Roja, La Bizca, Ricardo Teherán, personajes más frescos en mi mente. Ya ni el “Yayo” tira los voladores porque están prohibidos, las campanas de la iglesia ya no suenan como antes indicando que el cura llama misa de 5 de la mañana y que se oían hasta en Joney; no había pelea, era gente sana, buena y se querían unos a los otros. Después había que trabajar a buscar la comida, preparar las tierras para el suero del okay que era famoso, hoy donde queda el Hogar Infantil. Teresita ya no vende las salchichas que compraban los borrachos tomadores de cerveza donde Mery; ya no suena la Bocina de Elsa Verbel o de “Juepeté”; ya mi viejo no existe para contar anécdotas y cuentos que hacían reír a los gringos que compraban el tabaco de los García. La esquina de Juan Pertuz se llenaba de muslos y caballos para después descender por el arroyo del aguá hasta llegar a Chalán y la Ceiba a llevar la comida de los mozos que cortaban el tabaco para después ensartarlo y guindarlo en el rancho y así esperar otro domingo para llegar al pueblo. Se usaba terlenca, el pantalón con almidón y las camisas acartonadas manga larga para así lucir mejor, como la moda no incomoda, pero en ciertos casos, la tecnología ha avanzado en contra de nuestras costumbres.

Ya veo ahora es puro aretico, mechones, colorines y otras cosas que los jóvenes se dejan absorber por ellas, ya no elevan cometas al viento fresco de las tardes ovejeras; aunque ya no corre la brisa oír la tala indiscriminada de árboles para llevarse la madera a las grandes ciudades, ¡nos asfixiamos! Y más aún el campesino; ya no hay agua llorá en los sitios como pajarito, para citar uno; ya no bajan las crecientes de agua por la serranía de los Montes de María; los turrones de Né, nadie los ha reemplazado, el mercado es testigo torcido que ya no fritan chicharrones para vender el Migajón o aciento para comer con yuca. Por eso digo yo que ya no se bañan los niños en el aguacero y ya desapareció el chorro de la iglesia que cuando llovía había una larga hilera para deleitarse con un fresco baño. Y como dice la canción de los Hermanos Zuleta “Ya no braman los terneros en los corrales ya no respetan los ahijados a los padrinos” y exclamo: ¡las costumbres de mi pueblo se está perdiendo!

Dedicado a mi querida madre “La Vieja Sara”.