Monday, July 16, 2007

PERSPECTIVA Y VIGENCIA HISTÓRICA DE LA CHUANA (2001)

Alfredo Taboada Alfaro


Por más que haya evolucionado la sociedad, la Chuana se ha mantenido, en contra de las opiniones de sus críticos, como un elemento vivo de la cultura humana.

La chuana se puede considerar como un medio de expresión realista o como el espacio para la imaginación fantástica, no cabe duda que millares de seres humanos avalan suficientemente su permanencia y sus posibilidades venideras en la sociedad contemporánea.

La Gaita no es un paso intermedio que puede ser superado gracias a las nuevas tecnologías y, por lo tanto, tampoco se reciente su competencia; por el contrario, la Gaita posee el mayor grado de perfeccionamiento posible dentro de su propio ámbito. Es una de las mejores y más cuidadosas invenciones humanas.

A través de la música de Gaita los juglares, son capaces de conocer directamente de otros seres humanos, de vivir existencias ajenas, de interpretar la realidad con distintas perspectivas. La Gaita es una fuente de recreación, una forma de revitalizar o renovar el espíritu humano y romper así con la monotonía o el horror del mundo; tiene además la capacidad de criticar y cuestionar el sentido de la realidad a la vez que el de la propia razón de ser. De este modo la Gaita cumple con tres propósitos centrales como son: intercambiar historias, divertir y provocar la reflexión.

Lo cierto es que la Gaita no necesita defensa alguna. Pese a la furia de sus detractores, está ahí, presente. En realidad su virtud radica justamente en la libertad de acción que permite y que la hace única y, por tanto, irremplazable. Al igual que la televisión, el cine y los demás medios electrónicos, la Gaita tiene la capacidad de entretener, de divertir, de modelar personajes y de contar historias. Así ha sido desde siempre y así continuará siendo. Pero resulta que la chuana, además tiene una característica propia que le permite algo que ni las películas ni los programas multimedia pueden tener: un espacio natural para la crítica, para la investigación, para la reflexión.

La Gaita es también como la filosofía o la ciencia, un vehículo de conocimiento. Una forma de explorar el mundo y, en especial, a nosotros mismos, debido a que utiliza historias y los convierte en ficción, esta legendaria música tiene el poder, así mismo de cuestionar la realidad, de variarla y transformarla. La Gaita, como corazón y vida de lo popular, es la única que puede combinar adecuadamente estos principios y llevarlos a sus últimas consecuencias. Nada la supera en este sentido.

La importancia cardinal del Festival Nacional de Gaitas “Francisco Llirene”, radica en el solo hecho de producir el milagro de la aproximación directa, humana de los gaiteros, de todos los amantes y defensores de la cultura popular colombiana. Cuestión importante es que este evento no es de concurso sino de confraternidad e integración cultural donde la música de Gaita es la reina, el personaje central y el más aplaudido durante los cuatro días de realización del magno evento folclórico que engalana a los Montes de María, al Caribe, a Colombia, a América y al mundo, logrando así la fracturación cabal de las fronteras ideológicas, políticas, sociales y económicas.

Más que todo la música de Gaita es un espectáculo gozosamente estético, de gran plasticidad y hondura lírica. Es importante destacar en el marco del festival la presencia actuante y viva del mítico y legendario guerrero de la Chuana, el Maestro José Antonio Cabrera Rivero y quien ocupa un sitial especial en el campo de la literatura de la Gaita. El “Viejo Toño Cabrera” como cariñosamente se le llama en los Montes de María, con su heráldica cercanía nos transmite plenamente el “ser amerindio”, ovejero y caribeño que lucha por la libertad.

La Gaita es un casamiento muy divertido, que desenmascara la hipocresía y el fariseísmo que ocultan los gobernantes en la nación colombiana. La Gaita, pues explora todas las posibilidades del lenguaje no verbal, para concluir que en el lenguaje escénico goza de un complejo tejido de expresiones más allá de la poética musical. La Gaita es el peligro de obtener a veces los resultados técnicos de manera óptima, incluyendo los de tipo artístico por el deseo de la búsqueda y originalidad que a veces mata los resultados emocionales. Y para ello, la ancestral Chuana no es un teatro de identificación ni tampoco de la emoción reducida a la palabra. Las emociones y las relaciones nacen de la complejidad física y mental con el universo, contenido de toda representación.

Gracias al Festival Nacional de Gaitas este encuentro cultural es posible. Nuestro público, que advierte que esa tradición musical expresada en la cultura de la Gaita está impronta en nuestra estirpe amerindia, se emociona y al final está inmerso en la ceremonia, como le pasa a todos los espectadores, visitantes y participantes que no pueden resistir el llamado de sus ancestros. Las gentes se ven envueltas hasta el alma en las delicias de la música de Gaitas y la danza.

La Gaita aprovecha la primavera para saborear sus frutos. Y hace saber que el vino de la madrugada que entra por las ventanas cumple el papel de la mariposa embriagadora. Y se vale de ese obsequio de la naturaleza para cantarle a la vida y tejer ensueños.

Los gaiteros no se cansan de cantarle a los paisajes, a sus mujeres, a sus costumbres, a la vida y al alma. La magia del Festival estriba esencialmente en el poder de hermanamiento que irradian las personas que asisten a él, ya sea en calidad de participantes o de observadores.

La reflexión y el análisis para actuar, propios del ser humano, nos debe permitir buscar mejores soluciones dentro de las instituciones democráticas que así lo permiten, y no apuntarnos al atropello de una dictadura que acaba con el pensamiento. Y es necesario anotar, que la historia tiene la peculiaridad de ser cíclica y volverse sobre sí misma y repetirse cuando no se asume en su dimensión integral; vale decir cuando no se aprenden sus lecciones; y eso parece haberlo olvidado el Gobierno Nacional.

José Antonio Cabrera Rivero, es el juglar viviente más grande de los Montes de María y el hombre más apegado a la tierra de sus amores y de sus entrañas. Siempre nos llenamos de admiración por su capacidad creativa, de su profunda elevación para su propia inspiración, haciéndolo con sabiduría y maestría. Lo valioso del Maestro Cabrera es su estar en permanente convivencia y picardía le dio el asombro, y ese asombro le ha hecho brotar sus fantasmas y le permite un acercamiento muy íntimo con las musas, como la gran fuerza para cantar el lento morir de la naturaleza. Ha sido un ser infatigable para la música, ha luchado por su gaita, especialmente por su propio estilo de notas cadenciosas.

Es digno resaltar que este juglar de la Gaita siempre ha permanecido en su terruño, sin dejarse seducir por los espejismos de la gran urbe, es decir, que no es un juglar contaminado por los grandes salones hipócritas de la clase social citadina, del humo y la corrupción. Siempre el viejo Toño ha mantenido su pureza, su olor típico de montañas; apegado al pueblo ovejero y a sus costumbres. Es un hombre apegado a la tierra, a su familia y también lleva un corazón vestido de amor e infinita amistad.

La belleza desenvuelta de las mujeres ovejeras coronan los cuatro días del histórico y célebre certamen folclórico de un resplandor misterioso. Del corazón de las mujeres, nace otra vez, la vocación de convertir en música de gaitas los actos de cada día. Y en ese espacio de vida, el Festival nacional de Gaitas, es el Caribe, nuestra suprema identidad, el que proclama, contra la adversidad de la muerte, la permanencia de la vida.

La cultura es el motor que mueve el desarrollo económico, político, social y cultural de los pueblos sobre la faz de la tierra; el desarrollo debe estar centrado en el hombre y no en las cosas u objetos materiales. ¿De que sirven que se construyan calles, avenidas, grandes carreteras, metros y obras suntuosas, que las multinacionales y los monopolios financieros acrecienten fabulosas ganancias, mientras que por el contrario, aumentan la miseria, la pobreza, crecen los índices de desempleo, analfabetismo y los de abajo no tienen acceso a los más elementales servicios públicos, las riquezas se concentran en pocas manos y los pobres son cada vez más pobres?

La Colombia posconflicto debe ser preparada por todos los colombianos, pero las escuelas, colegios y universidades, es decir, a todo el estamento educativo del país le cabe la responsabilidad de formar desde ya una cultura de Paz, Pluralismo y Convivencia.

La cultura de paz es una tarea educativa de largo plazo en la que las instituciones educativas pueden dar lo mejor de sí y lo más valioso, ayudarnos a convivir en conocimiento, armonía y una auténtica democracia participativa con plena justicia social.

El maestro Leopoldo Berdella expresaba “En la rica tradición oral que recorre nuestra sangre, infinidad de seres imaginados crean mundos, se transforman, protegen, destruyen”.