HACIA UNA CÁTEDRA DE FOLCLOR
(Tercera intención)
Síntesis del ensayo “Música y Danza, principales elementos de nuestra cultura en el entorno escolar”
Por Cristóbal Colón Benítez
Si algo ha caracterizado a nuestra región caribe es la inagotable fuente de expresión artística dada a través de la música y la danza, dos manifestaciones íntimamente ligadas por un elemento común como el ritmo y que se traduce en la expresividad de nuestros músicos y bailarines.
Pero no solo con ello se establece su “apareamiento”; vistas también desde nuestro contexto cultural, música y danza hacen parte de un legado pluriétnico a partir del proceso ancestral de mestizaje que a pesar de sus condiciones de avasallamiento, dio los mejores frutos de expresión rítmica y sonora.
Esa gran riqueza expresiva propia de los seres del caribe, debe ser aprovechada por el alto valor que tiene en el desarrollo del pensamiento y en el modo de vida de niños, niñas y jóvenes, fundamentos que la pedagogía moderna ha estimado como fundamental para el logro de mejores resultados educativos.
“En el marco educativo pensamos que se deben insertar las actividades relacionadas con el cuerpo: música, expresión corporal, danza, etc., habida cuenta de las múltiples ventajas que aportan al desarrollo de la personalidad del niño o la niña, siempre que se pongan en juego sus facultades físicas, intelectuales y afectivas” .
Es sorprendente, por decir lo menos, la gran influencia que ejerce la música en el desarrollo del ser. Los estímulos sonoros han sido objeto de estudio por muchos pedagogos que han encontrado en la música un elemento esencial en las actividades escolares, especialmente en los niños, que basados en diversos métodos han contribuido a la formación del pensamiento, al aumento de la capacidad lectora, al desarrollo de la inteligencia, el desarrollo sensorial y el desarrollo motriz, entre otros.
Ya desde la antigua Grecia la música tenía el mismo grado de importancia en la educación que las matemáticas y la filosofía. Las siete artes liberales, que en educación eran los temas del currículo antiguo y medieval, comprendían la gramática, la lógica, la retórica, la geometría, la aritmética, la astronomía y por su puesto la música.
Hoy en día, basados en múltiples investigaciones, se han desarrollado diferentes métodos de enseñanza de la música con excelentes resultados que son materia de estudio y aplicación en diferentes escuelas en todo el mundo; los Método de Dalcroze, Orff, Kodaly, Suzuki, son entre otros, los más apetecidos por los maestros de educación musical.
Asimismo, estos trabajos se basan en un componente común que bien vale la pena tener en cuenta: el reconocimiento y la valoración de la música y el movimiento como elementos esenciales en el desarrollo creativo de los niños. Pero de donde parten? He aquí lo importante, estos estudios toman como punto inicial, la música que brinda el contexto sociocultural donde se desenvuelve la vida de los educandos; dicho en otras palabras parten de lo propio, de lo autóctono.
Por su parte, no con menor importancia, la danza juega un papel fundamental en el desarrollo del individuo, igual que la música, la danza ha estado presente en toda actividad del ser humano desde su misma aparición, todas las culturas han danzado por distintas razones, bien sea por un cumplimiento ritual, por comunicación o por diversión ya que en ellas encuentran un sentido envolvente que les caracteriza. La danza como forma de expresión artística la utiliza indistintamente el hombre y la mujer para exteriorizar sus emociones, sentimientos, pensamientos, estados de ánimo, como también para entretenerse, divertirse y disfrutar.
Desde ese punto de vista pedagogos como Jean Piaget y estudiosos de la danza como Rudolf von Laban, por mencionar algunos, han dedicado valiosos tratados a la importancia de la danza en el desarrollo del ser, pero también a la relación de esta con la música. En tal sentido, la nueva pedagogía de la danza resalta lo importante de tener en cuenta estos aspectos de interdisciplinariedad (música y danza) que ayudan a tener una clara percepción del propio cuerpo, manejo de tiempos, el ritmo y el espacio.
“No obstante, ante todo lo que implica esta relación resulta paradójico que en las experiencias propias, sobre todo las que tienen que ver con la practica de la danza en los espacio educativos o en la conformación de grupos independientes que basan su trabajo en los elemento folclórico, no se le preste la debida atención, por falta de conocimiento, a estos elementos que enriquecen la puesta en escena”.
Basado en las anteriores consideraciones, resulta entonces sencillamente pertinente, conociendo los grandes resultados logrados a partir de la música y la danza en otras latitudes y dada la invaluable riqueza que poseemos desde nuestros ancestros, considerar estas manifestaciones también como un medio de expresión que debe traspasar las paredes de las aulas como herramienta pedagógica válida que ha de favorecer un desarrollo integral de nuestros niños y niñas.
Por esta razón persisto en mi interés de seguir insistiendo en una transformación pedagógica de las escuelas que se fundamente en el conocimiento y reconocimiento de los elementos que integran nuestra propia cultura para volcarlos al servicio de la educación. Los PEI’s son la mejor herramienta y el espacio propicio para lograrlo. No basta para ello solo la buena intención de las clases de aquellos docentes que, a falta de una mejor preparación en la materia, a veces se limitan a “poner tareas” sin que ellas obedezcan a una correlación pedagógica
Una cátedra de folclor bien estructurada, que incentive el sentido investigativo, ayudaría profundamente al desarrollo creativo de niños, niñas y jóvenes, además que facilitaría que nuestros músicos y bailarines lleguen a las escuelas revestidos de su conocimiento permitiéndole a los educandos “jugar” con nuestros propios instrumentos, (pitos, gaitas, tambores y maracas) nuestros propios ritmos (porros, cumbias, gaitas, puyas etc) y nuestras propias danzas, en un espacio abierto al nuevo conocimiento y a la creatividad con los elementos que les ofrece el mismo contexto sociocultural en que conviven.
(Tercera intención)
Síntesis del ensayo “Música y Danza, principales elementos de nuestra cultura en el entorno escolar”
Por Cristóbal Colón Benítez
Si algo ha caracterizado a nuestra región caribe es la inagotable fuente de expresión artística dada a través de la música y la danza, dos manifestaciones íntimamente ligadas por un elemento común como el ritmo y que se traduce en la expresividad de nuestros músicos y bailarines.
Pero no solo con ello se establece su “apareamiento”; vistas también desde nuestro contexto cultural, música y danza hacen parte de un legado pluriétnico a partir del proceso ancestral de mestizaje que a pesar de sus condiciones de avasallamiento, dio los mejores frutos de expresión rítmica y sonora.
Esa gran riqueza expresiva propia de los seres del caribe, debe ser aprovechada por el alto valor que tiene en el desarrollo del pensamiento y en el modo de vida de niños, niñas y jóvenes, fundamentos que la pedagogía moderna ha estimado como fundamental para el logro de mejores resultados educativos.
“En el marco educativo pensamos que se deben insertar las actividades relacionadas con el cuerpo: música, expresión corporal, danza, etc., habida cuenta de las múltiples ventajas que aportan al desarrollo de la personalidad del niño o la niña, siempre que se pongan en juego sus facultades físicas, intelectuales y afectivas” .
Es sorprendente, por decir lo menos, la gran influencia que ejerce la música en el desarrollo del ser. Los estímulos sonoros han sido objeto de estudio por muchos pedagogos que han encontrado en la música un elemento esencial en las actividades escolares, especialmente en los niños, que basados en diversos métodos han contribuido a la formación del pensamiento, al aumento de la capacidad lectora, al desarrollo de la inteligencia, el desarrollo sensorial y el desarrollo motriz, entre otros.
Ya desde la antigua Grecia la música tenía el mismo grado de importancia en la educación que las matemáticas y la filosofía. Las siete artes liberales, que en educación eran los temas del currículo antiguo y medieval, comprendían la gramática, la lógica, la retórica, la geometría, la aritmética, la astronomía y por su puesto la música.
Hoy en día, basados en múltiples investigaciones, se han desarrollado diferentes métodos de enseñanza de la música con excelentes resultados que son materia de estudio y aplicación en diferentes escuelas en todo el mundo; los Método de Dalcroze, Orff, Kodaly, Suzuki, son entre otros, los más apetecidos por los maestros de educación musical.
Asimismo, estos trabajos se basan en un componente común que bien vale la pena tener en cuenta: el reconocimiento y la valoración de la música y el movimiento como elementos esenciales en el desarrollo creativo de los niños. Pero de donde parten? He aquí lo importante, estos estudios toman como punto inicial, la música que brinda el contexto sociocultural donde se desenvuelve la vida de los educandos; dicho en otras palabras parten de lo propio, de lo autóctono.
Por su parte, no con menor importancia, la danza juega un papel fundamental en el desarrollo del individuo, igual que la música, la danza ha estado presente en toda actividad del ser humano desde su misma aparición, todas las culturas han danzado por distintas razones, bien sea por un cumplimiento ritual, por comunicación o por diversión ya que en ellas encuentran un sentido envolvente que les caracteriza. La danza como forma de expresión artística la utiliza indistintamente el hombre y la mujer para exteriorizar sus emociones, sentimientos, pensamientos, estados de ánimo, como también para entretenerse, divertirse y disfrutar.
Desde ese punto de vista pedagogos como Jean Piaget y estudiosos de la danza como Rudolf von Laban, por mencionar algunos, han dedicado valiosos tratados a la importancia de la danza en el desarrollo del ser, pero también a la relación de esta con la música. En tal sentido, la nueva pedagogía de la danza resalta lo importante de tener en cuenta estos aspectos de interdisciplinariedad (música y danza) que ayudan a tener una clara percepción del propio cuerpo, manejo de tiempos, el ritmo y el espacio.
“No obstante, ante todo lo que implica esta relación resulta paradójico que en las experiencias propias, sobre todo las que tienen que ver con la practica de la danza en los espacio educativos o en la conformación de grupos independientes que basan su trabajo en los elemento folclórico, no se le preste la debida atención, por falta de conocimiento, a estos elementos que enriquecen la puesta en escena”.
Basado en las anteriores consideraciones, resulta entonces sencillamente pertinente, conociendo los grandes resultados logrados a partir de la música y la danza en otras latitudes y dada la invaluable riqueza que poseemos desde nuestros ancestros, considerar estas manifestaciones también como un medio de expresión que debe traspasar las paredes de las aulas como herramienta pedagógica válida que ha de favorecer un desarrollo integral de nuestros niños y niñas.
Por esta razón persisto en mi interés de seguir insistiendo en una transformación pedagógica de las escuelas que se fundamente en el conocimiento y reconocimiento de los elementos que integran nuestra propia cultura para volcarlos al servicio de la educación. Los PEI’s son la mejor herramienta y el espacio propicio para lograrlo. No basta para ello solo la buena intención de las clases de aquellos docentes que, a falta de una mejor preparación en la materia, a veces se limitan a “poner tareas” sin que ellas obedezcan a una correlación pedagógica
Una cátedra de folclor bien estructurada, que incentive el sentido investigativo, ayudaría profundamente al desarrollo creativo de niños, niñas y jóvenes, además que facilitaría que nuestros músicos y bailarines lleguen a las escuelas revestidos de su conocimiento permitiéndole a los educandos “jugar” con nuestros propios instrumentos, (pitos, gaitas, tambores y maracas) nuestros propios ritmos (porros, cumbias, gaitas, puyas etc) y nuestras propias danzas, en un espacio abierto al nuevo conocimiento y a la creatividad con los elementos que les ofrece el mismo contexto sociocultural en que conviven.
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