Monday, March 26, 2007

EDITORIAL (2003)

Junta Directiva

Significativa y provechosa ha sido para nuestra Cultura Gaitera, la continuidad y coherencia que han tenido las ideas renovadoras presentadas a personas e instituciones impulsadoras del Folclor Caribe quienes han respaldado decididamente a la Junta Directiva del Festival Nacional de Gaitas “Francisco Llirene”en nuestra humilde labor administrativa cimentada en las sólidas bases de la seriedad, transparencia y responsabilidad.

La importancia del Festival Nacional de Gaitas “Francisco Llirene” ha sido ratificada por el Honorable Concejo Municipal mediante Acto Administrativo en donde se declara “Patrimonio Cultural y Folclórico”. Esta honrosa distinción acompañada de la importante gestión de la Junta Directiva y del Señor Alcalde Municipal ante la Honorable Asamblea Departamental y el despacho del señor Gobernador, fructificará una vez hayamos recibido la dignísima condición de “Patrimonio Cultural y Folclórico” a nivel Departamental siendo ésta la muestra fehaciente de la voluntad y respaldo para con nuestro evento que, anualmente ofrece espacios de sana convivencia y recreación, siendo en este sentido, un verdadero oasis de paz en medio de tantos sinsabores.

Prevemos un respaldo económico sólido y continuo que redundará en mejor atención a nuestros distinguidos participantes y mayor retribución económica a quienes obtengan los primeros lugares en los diferentes concursos. A su vez, podremos destinar recursos económicos a nuestras Escuelas de Formación en donde los niños y jóvenes tienen la oportunidad de desarrollar y afianzar sus aptitudes y destrezas. Sea esta la ocasión para resaltar la plausible labor de los instructores, quienes ofrecen su valiosa contribución al desarrollo folclórico y propenden por motivar el arraigo por nuestras raíces y la preservación de la música de gaitas en nuestras nacientes generaciones.

El proceso administrativo iniciado al año anterior, ha significado un mayor compromiso de nuestros asociados y una mayor disposición hacia la modernización del Festival y su fortalecimiento logístico, pues, sin ello, la labor administrativa de las Juntas Directivas en el futuro, será una actividad llena de tropiezos y sinsabores. Nos estamos transformando, y en este transcurso, son muchas las energías derrochadas, pero, sin lugar a dudas, los resultados podrán ser disfrutados por nuestros descendientes quienes orgullosamente se mostrarán como “defensores del folclor Gaitero”.


Con profundo sentimiento de tristeza y melancolía, ofrecemos a las familias de nuestros ilustres baluartes JAIRO MERCADO ROMERO, MARÍA ISABEL DE LA ROSA, ABEL VIANA REYES, MARÍA VICTORIA DE LA ROSA Y ENRIQUE ARIAS RODRÍGUEZ nuestras condolencias por el fallecimiento de sus seres queridos en el presente año. Serán sus objetivos, proyecciones literarias y culturales nuestra guía permanente en la búsqueda de metas que permitan ratificarnos ante el mundo como país de grandes y variadas raíces musicales y culturales.

Esperamos que esta semilla que arrojamos en tierra abonada, reciba los mejores nutrientes por parte de personas y entidades comprometidas con el desarrollo integral del territorio Colombiano para asegurar el fortalecimiento y preservación de los aires musicales originados en momentos de extasiosa inspiración, por aquellas personas que cultivan su profundo amor por nuestras verdaderas raíces.

HASTA LUEGO, AMADO FESTIVAL (2003)

Edwin Mussy Restom – Alcalde Municipal


Vuelven los melódicos sonidos de las gaitas y los potentes y armoniosos tambores para lograr la comunión exacta desde el contexto musical, todo enmarcado en un evento de grandeza y experiencia demostrada: EL FESTIVAL NACIONAL DE GAITAS “FRANCISCO LLIRENE”. Ello es sinónimo de esfuerzos, logros, tristezas y alegrías. Un compendio multicolor y multiétnico que alegra el espíritu y fomenta la unión entre hombres.

Este tipo de multiplicidad cultural ha venido traspasando la frontera de la imaginación para apropiarse de todo espacio y lugar donde sea propicio cabalgar en medio del mar agitado de vivencias y ancestros, para luego desgajarse cual cascada fulgurante de baile, ritmo, cadencia, mitos, leyendas y fantasías musicales. Así visionamos el Festival, especialmente porque lo sentimos, lo luchamos, apoyamos y engrandecemos con propuestas, palabras y obras.

Dios me ha premiado porque ha permitido que ostente un grandísimo privilegio como gestor y aperturista del evento en seis ocasiones en las que dichoso, enfrenté el reto. Que Ovejas diga si lo hicimos bien o no. Esta vasta experiencia nos ha impulsado a convertirlo en Patrimonio Folclórico y Cultural del Municipio de Ovejas, hecho éste que se logró con el apoyo de la mayoría de los concejales de nuestro pueblo.

Quiero comprometerme con el Festival y con Ovejas a no abandonar el proceso de gestión que debe seguir para que el año entrante se celebre la XX edición. Ya no seré el Alcalde de Ovejas, pero si estaré luchando a brazo partido para lograr que nuestras relaciones públicas sean un escenario apropiado a la gestión que requiere el evento.

Por otra parte, ruego a los visitantes que admiren la belleza de Ovejas, que se recreen en sus callecitas y que se enamoren bajo el embrujo de las gaitas porque aquí, se puede soñar, vivir, amar y reconstruir lazos de amor, cariño, ternura, recuerdos y alegrías.

Aunque nostálgico, espero seguir propiciando desarrollo para los ovejeros. Pese a las dificultades, todos saben que hicimos un gran esfuerzo. Nunca abandonamos el proceso de gestión y dejamos muchos proyectos (42 en total), viabilizados para esperar que el Gobierno central les asigne recursos.

Gocen, disfruten, deléitense con la hermosa y serena fastuosidad en la edición XX del Festival Nacional de Gaitas. Recuerden que están en la tierra de Pacho Llirene, Modesto Álvarez, La Bizca de la Rosa, Enrique Arias y tantos otros legendarios exponentes del susurro de amor que es la gaita: baile y melodía.

Bienvenidos entonces, a la tierra donde fue parida la gaita, como esencia mística del gozo raizal de los ancestros indígenas…

Ovejas, un pueblo único y lleno de paz les agradece su presencia.

LA GAITA, PRINCIPIO Y ESENCIA DE NUESTRA MÚSICA (2003)

Cristóbal Colón Benítez
(Profesor de Educación Artística, Investigador del Folclor, Instructor de la Escuela de Bellas Artes de Sahagún)


“Haber nacido pegado a las estribaciones de los Montes de María y haberme bañado en las aguas de Pichilín (en Toluviejo), me ha permitido tener el privilegio de respirar por mis poros, ese sabor de la música de mis antepasados, salpicado de la sal del Mar Caribe”

No se cual, y dudo que alguien tenga la respuesta verdadera, sobre el momento exacto donde se inician los sonidos que dan origen a nuestra música de las Sabanas que hoy hacen parte de los departamentos de Bolívar, sucre y Córdoba.

Pero todo apunta a que en esta tierra de pitos salidos de los frutos o de los cardones son el principio de nuestra música actual, tal vez presidida por las inspiraciones de Orfeo o bajo la protectora iluminación de Terspsícore.

Ese simple silbato o tubo sonoro, al que tampoco me explico porqué los bárbaros invasores lo llamaron gaita, pero que tiene un ánima que nos contagia, nos embruja y nos lleva al tiempo a una unión mística con el Creador, conserva después de mucho tiempo la esencia de la música que se acuarteló en las montañas de mi tierra, huyendo del avasallamiento.

Tal vez porque su destino era perpetuo, vivió durante siglos casi de incógnita, tocada y manoseada sólo por los maestros que, cual chamanes, eras los que tenían ese privilegio.

Aunque en mi primer acercamiento a la música, la gaita estaba de vuelta al campo, desplazada esta vez por los estruendosos “pick-ups”, que con su música venida de todas las partes, ahogaban cualquier canto melodioso (que por sí suaves, dulces, delicados) y por la incursión vertiginosa del acordeón que logró, gracias a sus “padrinos”, ser primero que la gaita en sonar en las pastas discográficas; siento que ella (la música de gaitas) estuvo siempre presente en mi memoria, influenciada, sin lugar a equivocarme, por los cantos y arrullos de mi madre quien era descendiente de un músico de tiempo completo y una cantadora de carángano en incógnito.

Yo aprendí precisamente a saber de ella, de la gaita, -no se si tarde- de la voz de las enseñanzas de mi abuelo materno, Alejandro Benítez, un músico descendiente de los Zenúes, nacido en Palmito, quien me la describió como el “antes” de las bandas musicales donde él se formó; (los nombres de los intérpretes que me mencionaba, por mucho que lo he intentado no lo recuerdo, pero si que sus tonadas fueron el origen de porros, cumbias, puyas y fandangos que luego sonarían con trompetas, bombardinos y clarinetes).

No existía un rincón de estas tierras de los Montes de María, desde lo más alto en San Jacinto y El Carmen de Bolívar, en Bolívar y las tierras que se unen con el cordón acuoso del arroyo Pichilín: Ovejas, Morroa, Chalán, Colosó, Toluviejo y Tolú, y a su lado San Onofre y Palmito en Sucre, y todo el territorio Zenú en Córdoba, donde no se ejecutara la música de gaita, ya fuera en actos ceremoniales o en los llamados fandangos de pito o noches de cumbiambas.

Aún conservo en mi memoria, cuando niño, de la mano de mi abuelo recorríamos la plaza de Mochila en Sincelejo y debajo de los palcos de la corraleja, en las garitas, veía y oía los grupos de gaiteros que se sumaban a la fiesta, vestidos con su mejor atuendo, amenizando con sus melodías las tardes de toro (esa fue mi otra aproximación). Hoy, esa gaita que conserva su forma y estructura primigenias: Cabeza de cera, tubos naturales tal como el “vástago” de la mata, orificios separados por los dedos de la mano del fabricante y afinación al oído y gusto del mismo; se pasea altiva por los escenarios del mundo desde aquel momento en que los gaiteros de San Jacinto le demostraron a los del altiplano que lo nuestro era tan bueno como los tiples, las bandolas, las arpas y los pianos.

Pero esa gaita en solitario es triste, su voz se quiebra y suena como con un dejo que estremece y por ello sus fieles compañeros, los tambores, no le pierden, como dices los viejos, ni pié ni pisá. Esa sinfonía ha marcado en el tiempo una historia con nombres propios (y hasta con remoquetes) verbigracia, Medardo Padilla, Jesús Sayas, Paito, Mosquera, Pacho Llirene, Torregroza, El Diablo, Batata, juntos y acompañados de maracas o guaches al estilo del “Mono” Bertelo el viejo Arango.

Pero… ha sido tan invaluable el valor de lo que se ha hecho hasta ahora en sacarla al escenario público y ponerlo en las manos de jóvenes y niños, en otras palabras, popularizarla, o dígase también, masticarla, gracias a eventos como el Festival de Ovejas, que es necesario también permitirle que se busque la perfección del sonido, hacerla más afinada para que pueda armonizar con otros instrumentos universales que igual, nacieron y se fueron perfeccionando a través del tiempo.

En esta búsqueda hay mucha gente, más de lo que uno se imagina, talentosos músicos e investigadores que aman la gaita por sobre todas las cosas, que darían todo y le apostarían su vida artística a llevar los sonidos de este instrumento campesino a la excelsitud.

La gaita está signada (y no por los grammy de Vives) a vivir per se. Revestirla, maquillarla, perfumarla aún, no negará su principio ni debilitará su esencia porque ella es y será siempre el canto sublime de los dioses, el aliento de las musas, el eco de la tierra, porque ella conserva el olor a montaña y el sabor salobre de la brisa del mar, porque la gaita será gaita hasta que exista el último mortal.

PROBLEMAS DE NUESTRA CULTURA (2003)

Hernán D. Vásquez B.

“Era tan difícil convivir con los hombres, por ser tan difícil callar” Friedich Nietzche

Los festivales de gaitas son la prueba idónea para corroborar la desidia de nuestra cultura raizal; la explicación certera de la estratificación del orden cultural de nuestra nación: el manejo improvisado, incoherente, coyuntural, de nuestra cultura en lo complejo de nuestro multiculturalismo, como componente del progreso y formación de nuestra nación.

No es necesario recabar la importancia cultural que tienen los festivales de gaita en toda nuestra Costa Norte Colombiana, por ser el único medio posible con el que cuenta la expresión auténtica de nuestra identidad gaitera, de lo que se alcanza a comprender en buena medida, que los festivales han permitido a pesar de todos los desaciertos y equivocaciones, gestar la reivindicación de nuestra idiosincrasia cultural, de nuestros valores y nuestra gente. Ellos han sido el eslabón necesario con el cual se rememora nuestro pasado en nuestro presente amnésico; son el punto de referencia, la bitácora que nos proporciona la posibilidad de consolidar en nuestro presente el redimensionamiento de nuestra cultura hacia un futuro no muy lejano. Por todo lo dicho, los festivales de gaita tienen una enorme responsabilidad, indelegable e insustituible con la historia: nos permiten reconocer que hay en los hombres una infinidad de cosas que son de admiración, antes que de desprecio.

Sin embargo, para ello se requiere en mayor medida la participación activa del Estado como sujeto legitimado que aspira alcanzar el progreso de su gente, porque un pueblo que no progresa en la valoración de su riqueza cultural, será un pueblo dominado por la ignorancia de su pasado; será un pueblo anestesiado por la globalización cultural. Este es un pueblo que desaparecerá con el paso del tiempo, sin cultura, sin nada que lo permita individualizarlo. Hay que entender que el progreso de los pueblos no se mide única y exclusivamente por el mejoramiento de la calidad de vida de sus habitantes. ¡Por supuesto que no! En este estado de cosas, los festivales son el reflejo palpable del cumplimiento de los lineamientos para alcanzar los fines del Estado, en donde la premisa mayor debe ser el progreso de su gente como tal. Pero lo anterior nos permite explicarnos la situación actual de los festivales de gaitas. A los festivales les corresponde asumir el papel de pordioseros que mendigan los recursos necesarios para la realización del evento que se hace cada año; ¡Esto sí que es lamentable! Bien podría creerse que por el hecho de destinarse partidas presupuestales, inalcanzables para el cubrimiento de los eventos, se están creando las condiciones necesarias para la revalorización de nuestra cultura. Este hecho, no puede significar más que el interés del Estado en procura del cumplimiento obligatorio que por disposición constitucional le corresponde atender. De no ser así creo nunca se hubiese organizado cualquier evento de esta similitud.

En otro sentido, hay que entender que el diseño de la política cultural de nuestro país está orientada bajo una serie de patrones establecidos que representan un orden jerárquico del acervo de nuestra cultura, hecho por quienes gobiernan y, por lo tanto, obedece a una serie de prioridades culturales que hay que cubrir, lo que se presupone por el mayo o menor aporte, promoción e interés que se tenga en ello. Esto sí que es entendible. En este orden de ideas, los festivales de gaita no se encuentran bien librados o beneficiados de esto. ¿Será porque representan la manifestación más arraigada del pueblo raso, la muestra de su quehacer cotidiano, la gesticulación del elogio incansable del amor por su cultivo o por su tierra? Creo que por este hecho es entendible la marginalidad en que se encuentran sometidos los festivales de gaita: son manifestación de la cultura popular.

Sumado a la anterior, es conveniente señalar que la historia ha permitido reconocer los trasuntos culturales de las primeras civilizaciones. En ellas, la solidez de su organización fue un aspecto de vital importancia para el desarrollo de sus componentes sociales: supieron entender la necesidad de manejar el orden como base, el amor a sus cosas como principio y el progreso de su gente como objetivo. No así, la trascendencia que hubiesen tenido fuese nula o casi nula. Por esto no fue tan fácil como parece ser. Fue necesario en sus propósitos visionar más allá de su horizonte, sin improvisaciones, conjeturas o coyunturas por los gobernantes de turno. A ello se debe la trascendencia que ellos han tenido en la historia de la humanidad. En esta vía la historia es la enseñanza de la vida del hombre en comunidad. No obstante, en el peor de los casos, es desatenderla totalmente sin rescatar los aspectos más esenciales que merecen respeto y asimilación. En esta gran dificultad en la que nos encontramos actualmente: Planificar para la construcción de una gran nación requiere una coherencia constante en las pautas a seguir, más si existe un problema de multiculturalismo. Sin una verdadera planificación de nuestra cultura no obtendremos sino fracasos que la historia no absolverá.

UN RETO PARA DOS BAILADORES (2003)

José Luis Rolón Álvarez


La noche estaba encendida de velas y de tabaco. El tiempo narrado era a mediados del mes de octubre de 1991, cuando en medio del bullicio y de la hermosura que embrujaba a los presentes en la plaza de Ovejas, la vieja Emperatriz Álvarez, zaramulla y dócil con la melodía gaitera, aparecía con su paquete de esperma prendida, elevando el brazo al cielo en señal de invocación raizal para llamar los espíritus buenos de los viejos gaiteros idos. Esa imagen casi sobrenatural se antojaba alejada del contexto gaitero porque la vieja Empera, como le llamaban sus coterráneos y familiares, no lucía un atuendo apropiado para el baile gaitero. Su vestido de popelina a rayas multicolores, contrastaba con su tez moreno y nariz aguileña, herencia paternal, era quizá alejado un poco del estilo de las viejas bailadoras. Pero en su porte, donaire y alegría, había más de mil años de esencias gaiteras por cuanto semejaba una diosa morena de la danza zenú.

Ella sin inmutarse elevaba su barbilla y arrastraba sus pies menudos para acercarse al epicentro del bullicio del Festival Nacional de Gaitas del año 1991, poco a poco lo iba logrando, se acercaba de manera señorial al compás de un porro ejecutado a la usanza de los gaiteros veteranos. Su paso dancístico era coreado por cientos de espontáneos que al verla danzar de manera sobrenatural, se alegraban de volver al sueño idílico de la revitalización de la gaita majestuosa.

Al llegar al lugar exacto donde se inicia el imponente atrio de la Iglesia San Francisco de Asís, saltó de entre el apretujamiento y romería de la gente, un señor menudo y bastante moreno para gritar con elegancia y algo de alicoramiento: “esto es con orden”.

Este grito sorpresivo pero muy bien jalado, salía de la garganta hambrienta de trago, de Mane Cárdenas, un elegante y criollo danzarín que al compás de la gaita, desnuda su piel para traer al escenario un viejo zorro bailador, que pone en aprietos a aquella pareja que no encuentra respuesta en sus caderas, para enfrentar a este casi inmortal parejo. Gracias a Dios la pareja retada era la vieja Emperatriz Álvarez, experta y reconocida como una de las que sabían el arte de danzar. Ella de manera soberbia se desprende con un lampazo de velas y candela, del acoso bailador de Mane cárdenas y empieza a flequetearle adelante para atraerlo a sus lides de agraciada bailadora. Sigue el reto, suena la gaita, se elevan los tambores con sus broncos sonidos aporreados y bulle la sangre para continuar el encuentro de estos dos equilibrados amigos del baile.

La noche, apenas iniciada por las velas y la gaita, era promesa de danza y alegría, de sudor y espíritu derramado, pletórica de versos y de armonía musical. Ese transcurrir de la segunda noche del Festival dedicado a Pacho Llirene, era preludio de grandeza, de ancestro y risa. Era la noche bella de la majestuosa gaita indígena que parida en Ovejas, trascendió por obra y gracia de su grandeza, al país entero.

En sus puestos de ilustres visitantes, Ovejas observaba al Dr Jorge Villamil y a la Dra Audy Toloza quienes sin saber cómo, se hallaban en la barahúnda magnífica del evento más serio, puro y hermoso de todos los que celebra Colombia en su vasta geografía. Ellos, a la sazón jurados de la canción inédita, fueron testigos de excepción del encuentro de esta pareja bailadora, que sin estar inscrita para concurso alguno, movía las ansias de todos los presentes.

Empera, llena de vitalidad pese a sus más de 70 años y Mane, con algo así como 60, eran un par de jovencitos embelesados con el frenesí del sonido de la chuana. Creo sin duda alguna, que a ellos poco les importaba la gente. Era un halo mágico el que les rodeaba, un sentimiento muy natural, casi sanguíneo, muy nuestro, que les movía cuerpo y alma.

De esa bella noche van a cumplirse 12 años y parece mentira que haya pasado ese cúmulo de tiempo, porque el instante está indeleble en mi memoria y parece que apenas ayer tuvo ocurrencia. Las imágenes frescas pasan una a una por mi mente cual secuencia de películas mágicas donde el dialogo es corpóreo y melódico pero con el protagonismo estelar de la gaita y su cohorte de tambores, de la mano con el menear de cintura y caderas, en la mujer, bamboleo enérgico del cuerpo masculino. Ello es fuente de deleite, agitar de manos y pies para reeditar las escenas, por mi parte.

Hoy cuando apenas es el primer día del a XIX edición del Festival Nacional de Gaitas y precisamente el año en que se fue al cielo María Isabel “La Bizca” de la Rosa, me he sentado en el lugar donde Mane Cárdenas lanzó su desafío a la vieja Empera y sin proponérmelo, pasan por mi ojos la etéreas figuras de los gaiteros muertos que llegan ante el preludio de gaitas, veo la cimbreante y espigada figuera de Emperatriz Álvarez que baja del cielo acompañada de La Bizca para presenciar desde su privilegiado lugar en la Plaza, la belleza de esta edición Festigaita. Ellas como hermanas, se agarran de las manos para apoyarse una a la otra y dejan resbalar esa mirada de ovejeras buenas por cada rincón de su pueblo, hallando a Mane Cárdenas “amarrado” a una botella de trago y prendido de fiesta y baile, como siempre, para gozarse el festejo de las gaitas. Luego ven al viejo Joche Álvarez y recuerdan que junto a Modesto, su hermano, fueron los cultores al lado de los Mendoza, los Arias y los Padilla, de la velaciones que en la vuelta de Almagra y Santa FESE hacían por cuenta del deseo sano de rememorar el arte de los ancestros y por revivir sus ansias campesinas bajo el deleite de esa melodía pegajosa que dan las gaitas.

Me ha dado ganas de acompañar al viejo de la botella y acudo presuroso a su lado cuando me grita con voz de trueno montañero, “esto es con orden” para indicarme que me tome un sorbo del trago y siga disfrutando.

Por si las moscas, he rezado un Padrenuestro para que la vieja Empera se encuentre tranquila en este paseo por la tierra, en su tierra, y no me vaya a regañar, es que Ella, era hermana de la vieja Castorina, mi Madre.

Gracias, Dios mío, por ese bello recuerdo.

MUJER DE OVEJAS, OBRERA DEL DESARROLLO (2003)

Alfredo Ricardo Guerrero

A mis viejas, Josefa Guerrero y Elvira Blanco Vanegas, obreras de la vida.


La estructura conceptual del termino cultura abarca todo el quehacer del ser humano, es por ello que se hace necesario abordar en el marco de la actividad promocional del Festival Nacional de Gaitas de Ovejas, algunos aspectos relacionados con el papel que ha jugado la mujer de Ovejas en el grado de desarrollo hasta ahora alcanzado en este municipio, epicentro cultural del cultivo de la dignidad humana en Colombia.

Haciendo un poco de relación literaria en sentido metafórico, la mujer Ovejera cumple en su encomioso, el liderazgo que ejerce la gaita hembra en el conjunto de gaitas; la primera desde que Ovejas, sistemáticamente abandonara el trabajo artesanal de la cual fue centro de importancia al igual que Morroa, San Jacinto y otros pueblos de los Montes de María con ascendencia étnica Zenú y optara por el cultivo y procesamiento del tabaco negro, ésta ha hecho el conteo inicial en el desarrollo de Ovejas a partir de las practicas y ensayos del grupo conformado por la familia. El grupo de gaita es eso, una familia que obra bajo la orientación melódica de “mamá gaita”. Cada una desde sus ámbitos, compendian la concepción del desarrollo con la reafirmación de la valoración de la tonalidad cultural que desde luego, circunscribe la fracción económica como uno de sus componentes fundamentales.

El desarrollo económico de estas zonas, y es reiterativo afirmarlo, está ligado estrechamente a las explotaciones agrícolas referenciadas muy particularmente por el cultivo del tabaco; con él a pesar de las contradicciones surgidas en su proceso de comercialización y en lo atinente a sus niveles de utilidad económica, muchas generaciones de Ovejeros hemos crecido y vivido bajo el influjo laboral de su aroma. La gran familia Ovejera siembra, procesa y es ardiente como las prensas de tabaco.

En cuanto a la mujer de este municipio ésta, al igual que la gaita hembra nunca ha estado sola en el concierto de la vida, sus ejercicios vitales en la cotidianidad siempre cobra el acompañamiento infaltable del macho. Con él construye la familia armoniosa en la melodía llamada sociedad.

Las mujeres de este aromado y lomado pueblo con el surgimiento de la industria del tabaco y su accionar dentro de ella, se manifiestan como un punto de vista de referencia histórico, social y económico en la lucha por alcanzar superiores niveles de vida, en un municipio donde también azotaban las barreras del desarrollo en Colombia como el machismo, el herodianismo, el paternalismo y otros vicios sociales, que ante todo castraban la participación activa de la mujer. Con el tabaco la mujer en Ovejas rompe gradualmente el sentido de la “dependencia”. Ya como generadora de ingresos, participa y se convierte en un miembro activo, con poder de decisión en el hogar y por ende en la sociedad su preocupación de mujer, de madre se muda de los simples comunes oficios domésticos a la de interesarse por la superación integral de la familia. Había asimilado el mensaje de la dignidad y la justicia social pretendiendo el reconocimiento de sus más elementales derechos.

En este proceso, como la gaita hembra, es acompañado por el hombre, obrero de Ovejas pues, en otrora la mujer obrera de este pedazo de Colombia con asiento laboral en las factorías de tabaco, ejercitaba su labor en condiciones infrahumanas. La continua exposición de su cuerpo a las altas temperaturas y emanaciones de nicotina y demás agentes contaminantes de las llamadas “prensas” en el proceso de fermentación, registraban y aún se suscita un deterioro paulatino de su estado físico. Hoy, cuando subsiste el desgaste, al menos laboran en condiciones más humanas anteriormente laboraban sentadas en el piso; actualmente utilizan mesones con sus respectivos asientos. En el pasado las obreras no contaban con un régimen asistencial y mucho menos prestacional que resarciera de alguna forma ese sacrificio corporal y porque no decirlo moral; ellas eran miradas con la óptica de la baja estratificación en esa pirámide que había construido la rancia casta social de la época. Estos solían lanzar en sentido peyorativo expresiones como “mujeres compañileras”, no valorando que sin la voluntad, la manualidad, la retentiva, la delicadeza femenina y maternal que requiere el manipuleo de las hojas del tabaco éstas podían generar las divisas que cada día engordaban sus arcas particulares.

Con el surgimiento de la organización sindical la mujer obrera de Ovejas cobra su verdadero valor social y entra a desvertebrar la opresión laboral de esa entonces. Viene el periodo de la concientización que la convida a compenetrarse en las diferentes luchas populares que se dan por alcanzar las reivindicaciones sociales. Lo mismo sucedió con la gaita después de ser maltratada por la penetración sistemática de los modelos culturales ajenos a nuestro entorno y de estar olvidada en los confines del anonimato, surge el Festival Nacional de Gaitas “Francisco Llirene”, implementando un plan organizativo que la ha llevado al reconocimiento y valoración mundial.

Después de irrumpir con su aliento calinturiento su paciencia pasmosa la tenacidad de su voluntad, en los proyectos de transformación social y del progreso de la familia, la mujer de Ovejas se ha convertido en un ejemplo en el rompimiento de las talanqueras del inconformismo; forja las aspiraciones por superarse hoy se capacita, participa de la política, hoy son lideres, administradoras. Hoy son las grandes impulsoras de que sus hijos estudien y contribuyan a la construcción de una nueva sociedad.

La mujer de este pedazo de mundo, sede permanente del Festival de Gaitas y fuente de cantos ancestrales, sin hacer predicas elocuentes de liberación femenina asumieron el rol de ser parte fundamental del sostén económico y moral de la familia, incursionando en la dinámica social, política y económica que se plantea en las tesis sociológicas erigidas en los principios de una sociedad justa, igualitaria y de equidad participativa. La mujer de Ovejas es pujante y luchadora, alegre y festiva de temperamento amable, franco y sincero.

El trabajo de la mujer Ovejera es periódico, discontinuo, diferente de aquellas que se dedican a otras labores de allí la obligación que tenemos los Ovejeros de buscar mejores perspectivas que permitan a nuestras mujeres proyectarse en forma organizada hacia la conquista de una economía solidaria sostenible para que sigan cumpliendo con la misión sagrada de fraguar un futuro más promisorio. La mujer por naturaleza es creativa, es firme, persistente y merece que se le agranden los espacios que persiguen dignificar la vida de la humanidad. Por su sensibilidad la mujer de acuerdo a las actuales circunstancias vivenciales resulta más atinada en la tarea de conducir a la sociedad.

La gaita hembra es una mujer con aroma de cardón en flor; la mujer de Ovejas es una gaita esculpida en poemas de amor…

“Culminada la dura faena
Mujer no te pido el canto de la soledad
Quiero posarme en tu encanto
Sin dolor en llanto por tu bondad
Calles clamando al cielo aromada por sudores
La historia en sus ardores reclama tus amores
Mujer tabacalera hoy me recuerdas a mi madre
Mi vieja Compañilera”

LA REINA DE MIS AMORES (2003)

Carlos Atencia Palencia


I
En la tierra de la chuana
brotan notas del cardón,
alegrando el corazón,
gaita dulce y soberana.
Gaita de la paz hermana
preñada de melodía;
tus notas son la poesía
que embrujan en estos lugares,
tragándote en tus cantares
a los Montes de María.


II
El aroma más sensual
para un alma enamorada,
es oír de madrugada
una gaita celestial.
En susurro coloquial
con guaches y con tambores;
haces danzar a las flores
como si fuesen mujeres
por eso, gaita, tú eres
la reina de mis amores.


III
Gaita dulce y milenaria
con secreto del arcano,
te eternizaste en las manos
de tu amante Enrique Arias.
Siempre serás necesaria
por tus notas zalameras;
en las noches cumbiamberas
más de un embrujo provocas;
sobre todo si te toca
el viejo Toño Cabrera.

LA CULTURA, ELEMENTO CARDINAL DE LA EXISTENCIA HUMANA (2003)

Alfredo Tabeada Alfaro


En los primeros momentos del siglo XXI, un movimiento dinámico hacia una cultura de paz obtiene su inspiración y su esperanza de las percepciones de los hombres y mujeres que habitan en el planeta.

La cultura es un sistema de comunicación primigenio que juega el papel intercomunicador entre personas y entre pueblos más como un medio de expresarse espiritualmente.

Desde el mismo instante en que el hombre empezó a actuar sobre la naturaleza, para transformarla y lograr su bienestar, desde ese momento comenzó a crear cultura.

La cultura incluye los medios o herramientas que el hombre interpone entre sí y la naturaleza, también los símbolos y las estructuras sociales con que cuenta una sociedad determinada.

La cultura es todo lo que el hombre construye a diario; nuestro comportamiento espontáneo. La cultura es el pensamiento, sentimiento, expresión, memoria y deber de un pueblo. En tal sentido, la cultura es el elemento cardinal de la existencia humana.

La cultura es un canto del alma. Es limpia, libre, auténtica, nace de un arroyo, una caricia, un árbol, un pensamiento. En ella la inocencia y la picardía coquetean sin cesar, se junta, se separan, se combinan o caminan aisladas, pero expresan siempre el más íntimo sentir del hombre.

La cultura de un pueblo o nación hace referencia al sistema que aglutina y le da significado a la lengua, la historia, las costumbres, la organización social, el estilo de vida comunitario y familiar, la tierra y la biodiversidad.

La cultura cumple con un quehacer cotidiano, relacionado con los diferentes procesos históricos y sociales, vista así la cultura, en estos términos, es un producto del hombre que está sujeto a los cambios, transformaciones, evaluación, reproducción y la muerte misma. La cultura no puede anquilosarse, no cumpliría su proceso dialéctico como todo hecho social.

La democracia es algo que debemos repensar. El primer acto democrático es hacerlo conjunto, pero que está sujeto a nuevas fijaciones de reglas y a la necesidad de entender el Estado de otra manera.

Nuestra identidad latinoamericana está lacerada por heridas que todavía duelen. Recuperar nuestra identidad como hombres y mujeres es nuestro reto y se trata e hacerlo en las difíciles condiciones del campo, en la situación casi caótica de la ciudad posmoderna, donde el cemento y las altas torres de concreto sepultan la pasión, y casi ahogan el proyecto humano; la ciudad y la tecnología entierran nuestros rasgos de identidad. Es preciso contar con tosa esa historia popular que dieron sentido a nuestra esencia.

Es necesario redescubrir nuestras raíces latinoamericanas, dejando a un lado los escritos manipulados por hombres extranjeros que tergiversaron y desvirtuaron las luchas sociales, políticas, morales y espirituales de nuestras mujeres y hombres.

Los hombres y mujeres que tenemos la conciencia de recuperar nuestra historia, para vivir en vigilia el más preciado sueño; el de poseer una sociedad donde hombres y mujeres vivamos en armonía con la naturaleza, con la tierra, con el cielo recuperando la dimensión de la solidaridad, del respeto, del amor, y de la cooperación, para vivir y no para sobrevivir; estamos ante un gran desafío.

Ante eso y al haber ingresado al siglo XXI, se hace necesario que la humanidad reflexione y adopte medidas urgentes para lograr un nuevo orden económico, ecológico, social y cultural para que la economía y la tecnología estén realmente al servicio de las mayorías y no de las minorías, como está ocurriendo hoy con el proceso de la globalización.

Está demostrado que un pueblo que viva de espalda a la cultura, pierde su fundamento, los valores supremos se vuelven necesariamente contra el hombre, porque el interés por la cultura es ante todo un interés por el hombre y por el sentido de su existencia. El papa Juan Pablo II, con su certeza, sostiene que el porvenir del hombre depende de la cultura, ellas es el bien común de cada pueblo; la presión de su dignidad, libertad y creatividad; el testimonio de su camino histórico, no se puede avanzar sin la promoción de la cultura, y con una dirigencia que la impulse y no la desperdicie llevándola al grado de miseria y de eterna cenicienta.

Lo económico, político y social, está cada día más vinculado con los avances culturales, determinados por los progresos científicos, tecnológicos y artísticos. Tal como lo plantea la UNESCO, “el desarrollo encuentra su fundamento y finalidad en la cultura y no solamente en el crecimiento económico”.

Asistimos a lo que algunos denominan una “crisis de civilización”, en los primeros años del tercer milenio. Sin embargo, la humanidad tiene cada vez mayor conciencia de la unidad de un mundo que la vincula a un destino común. Vivimos tiempos convulsivos, de cambio y transición. Están en crisis los sistemas y modelos hasta ahora existentes y la sociedad busca refundar sus ideales.

La nueva cultura, que pugna por abrirse camino en el mundo contra las formas opresivas y autoritarias de todos los signos, se basa en la conciencia, la ciencia el humanismo. Reivindica como objetivos de la sociedad y del Estado la libertad individual y desarrollo de la personalidad humana. Considera como obligación de todo poder público el respeto y la protección de la dignidad humana.
El centro de todo desarrollo debe ser humano. Lo que mueve al ser humano son las utopías, que no caben en el estrecho marco que reduce las relaciones sociales a la esfera económica. Decía Álvaro Fayad: “Si el mundo que vamos a construir no nos da una sociedad alegre, vital, con respeto a la persona y, a la diversidad, hemos fracasado”.

GAITA (2003)

Ricardo Vergara Chávez


Que dulce la gaita
que siente la gaita
que fuego lleva consigo el tambor
que misión el hombre
que hinca en el cuero sus manos


Que misterio la cintura que en círculos cimbra
como abatida por una fuerza extraña
y sólo cesa cuando en el recinto del pecho
ningún aliento queda?

Alguien debe estar moviendo la tierra
y los estantes donde l mundo descansa
pues la bailarina no tiene quietud
y la gaita más y más acentúa su aliento

La gaita debe ser hija de los arroyos
del bosque donde la lluvia reclina su tacto
del hombre y su almíbar salobre
de los pájaros del indio su cielo y su andar

¡Gaita!
Signo de lo que queda de nuestros ancestros
por fuera del fichero de la ortodoxia que registra
los más estéril de la vida… ¡Dulce tu fermento!
Dulce el regocijo de nombrarte
De sentirte como la única piel por la cual el tiempo pasa
añoso y material.

Gaita
Por los intersticios de las voces que te anuncian
galopan tus padres milenarios
América –su inicial esbeltez-
sus hijos que guardaban la semilla hasta el final del árbol
cosa que la vida no fuera truncada.

El gesto
el vaho de los recuerdos
los anaqueles de la brisa
el registro del fuego cuando era necesario el sacrificio
y la mano lamía del tambor el cuero en señal de entrega
a los dioses tutelares.
De gaita está llena la vida

REIVINDICANDO NUESTRA IDENTIDAD CULTURAL. (2003)

ARMANDO RIVERO MANJARREZ
Locutor y Profesor de lenguas


El Festival Nacional de Gaitas “Francisco Llirene” de Ovejas es sin duda alguna uno de los eventos más importantes del país que ha contribuido al rescate y difusión de la música ancestral de la chuana “La Gaita de América”.

Este nace de una idea que caminó por las empinadas calles de Ovejas durante muchos años y se cristalizó en 1985 gracias a un grupo de ovejeros que viendo la realidad de nuestro entorno cultural, asumieron la gran responsabilidad de rescatar a los viejos gaiteros que sumidos en la subvaloración habían colgado sus instrumentos en el olvido. Una tarea loable que marcó un nuevo horizonte para nuestra música raizal colombiana ya que en ese entonces en el marco musical colombiano solo se conocían a los Gaiteros de San Jacinto. El Festival de esta manera sacó del anonimato a muchos gaiteros dando a conocer que esta cultura tenía grandes representantes como Francisco Olivera (el Lobo de la Ceiba), Antonio Cabrera, Enrique Arias, Cayetano Arias, Francisco Atilano Barrios (Carrucha), Sebastián Mendoza, Alejandro Mendoza, Modesto Álvarez, la familia Piñeres, Felipe Acosta, José Ángel Mendoza, entre otros. Así mismo lanzó la voz de alerque que en Colombia por olvido del Estado esta cultura estaba desapareciendo.

¡Hoy gracias a Dios, se puede decir que el Festival ha cumplido a cabalidad esta tarea de rescate!

Muchos de los viejos gaiteros por su condición humana murieron pero no absolutamente porque en la tarima “Francisco Llirene” se ven los frutos de esta Escuela Cultural con los nuevos conjuntos de niños y jóvenes que garantizan la supervivencia de esta manifestación, además, el Festival Nacional de Gaitas es progenitor de otros eventos similares. De allí la importancia del constante trabajo de la organización del Festival que insisten cada año en su realización, así mismo en su reclamo para que las escuelas de música no desaparezcan y su trabajo sea continuo y que las instituciones educativas asuman su papel protagónico para coadyuvar a este proceso.

Y no me equivoco al decir que el Festival ha sido y será una escuela ya que este ha permitido la creación de espacios pedagógicos e investigativos que nos ayudan a conceptualizar y comprender el fenómeno musical de la gaita, su origen y las influencias que ha tenido, por ejemplo: Con certeza podemos decir que la gaita es un instrumento musical, así mismo es el nombre de un ritmo o aire musical interpretado desde el punto de vista melódico interpretado con gaitas macho y hembra, acompañado a nivel rítmico por los tambores, llamador y alegre, siendo este el conjunto original que mas tarde recibe la incorporación de la tambora.

Ahora al hablar de donde proviene nadie puede dudar del origen precolombino de la chuana llamada gaita por los españoles a su llegada al continente americano. Sobre este tema el folclorista colombiano Guillermo Abadía Morales las atribuye a los Cunas, pertenecientes a la familia lingüística chibcha, también conformada por el grupo Koggy de la Sierra Nevada de Santa Marta; teniendo en cuenta que los chibchas tuvieron gran influencia sobre la basta región del litoral atlántico, se presume que estas, se incorporaron de manera diferente a otras tribus, la que fue ratificado con el hallazgo de la figura en oro tumbaga de 3.5 cm hallada en 1989 entre los cerros de Vilut y Almagra en el municipio de Ovejas. La figura del gaitero Cencenú representa a una joven sacerdotisa, hechicera de la medicina empírica, mohan o mojana de vango iniciada en la música para los conjuros, salmos y rituales mágicos a son de gaitas y maracas. ¿Ahora Ustedcomprende la importancia del Festival? ¿Porqué se realiza en Ovejas? Y ¿Porqué es mas que 4 días de fiesta?

Esto es solo una invitación o abrebocas para que Usted venga al Festival, para que siga estudiando, leyendo, investigando para seguir reivindicando nuestra identidad cultural desde Ovejas para el mundo.

Bibliografía:

- Revista VI Festival Nacional de Gaitas. “El Gaitero Cencenú”. Manuel Huertas Vergara. 1990.
- Cumbia, gaita, porro y merengue (esquemas rítmicos de acompañamiento). Proyecto Lumbalú de Pereira. 1993.

JAIRO MERCADO ROMERO (2003)

Alejandro Pineda Cárdenas


Nos embarga la tristeza por la pérdida irreparable del gran escritor Jairo Mercado. Ovejas fue su cuna y en la narrativa o sus relatos plasmó la cotidianidad, las costumbres y la idiosincrasia de este pueblo, dándole gloria a su tierra natal y a Colombia.

Descendiente de una familia campesina, sus padres José de Jesús Mercado (don Chucho Mercado), como familiarmente le decían, y Aura Romero, quienes poseían una pequeña finca en la vereda Naranjal y su residencia en el barrio abajo, donde hoy es la calle Catorce.

En este entorno transcurrió la infancia de Jairo Antonio, en un ambiente sano y descomplicado de prejuicios, los cuales eran la manera de ser de sus habitantes, como señal de identidad, por ellos los relatos o narraciones de sus libros están llenos de los recuerdos de la infancia, del quehacer cotidiano. Tenía gran importancia en la trama de sus cuentos, los hechos más sencillos tales como Lionzo.

Pero como el destino le hace malas jugadas a la vida, aquella dicha y felicidad que él gozaba en este ambiente quedaron truncadas con su muerte el 14 de mayo de 2003 en la ciudad de Bogotá.

Por el fallecimiento de sus padres la familia emigró a otros lares para buscar nuevos horizontes, pero jairo Mercado, llevó en su memoria todos los recuerdos de este entorno bellísimo, solidario y de camaradería que reinaba en su niñez, los cuales logró plasmarlos en la narrativa de sus libros para conocimiento de las nuevas generaciones.

Hoy, al saber que no se encuentra con nosotros, recorremos en nuestra memoria los senderos y los caminos en los que en su vida estuvo. En su niñez y adolescencia, en la vereda de Naranjal recorriendo los arroyos de aguas cristalinas con inquietos pececillos, poblado de árboles gigantescos, donde posaban micos cotudos que arrojaban sus heces al sonido melodioso del canto de los tuseros, sangre de toros, pico gordos, castizos, chorrondés, meriños, torcazas y guarumeras, y en las calles del poblado el aromático olor a tabaco de las fábricas de cigarros.

Ya en la capital, al encontrar nuevos horizontes, se graduó en Filología e Idiomas, logrando además una especialización lingüística en el Caro y Cuervo; años después, una maestría en la Universidad de la Habana, Cuba, con una tesis laureada sobre el cuento y la cultura en el Caribe Colombiano.

Laboró como docente en la Universidad Francisco José de Caldas, en la Universidad de Estudios Internacionales de Shangai en China en el Departamento de Literatura de la Universidad Nacional de Colombia con sede en Bogotá.

En sus frecuentes visitas a su tierra natal, Ovejas, en compañía de José Ramón –también escritor y poeta- a sus parientes y amigos y a las veredas de Naranjal y La Peña, hace menos de seis meses estuvo en Ovejas, Corozal, Los Palmitos, Cartagena, Barranquilla, Santa Marta y como siempre Naranjal.

Por estos recuerdos, también con nostalgia, como el viejo tango que cantaba Gardelito, se conectaron sus pasos en los últimos días:

Caminito que el tiempo ha borrado que juntos un día nos viste pasar, he venido por última vez, he venido a contarte mi mal, desde que se fue nunca más volvió, caminito amigo yo también me voy.

Jairo Mercado en su paciente labor de escritor y ensayista eximio, se destacan sus obras Cosas de Hombres, Quinto Patio, Las Mismas Historias, cuento de Vida o Muerte y Cuentos Escogidos, que fueron traducidos al inglés, al holandés, al chino y alemán.
Ahora ya en el infinito, quizás escuche nuevamente los sonidos y los golpes del tambor de Pacho Llirene los sábados por la tarde debajo de los naranjuelos y las llamadas de las gaitas los domingos en la Gallera.

¡EL CIELO ESTÁ DE FIESTA! (2003)

Arnuldo Rodríguez Amaya

Me contó JAIRO MERCADO que ha sido una temporada provechosa para el celestial folclor gaitero. Ha tenido la oportunidad de escuchar reposadamente todas las historias que María Isabel refiere de la juventud ida cuando al lado de MARÍA PINEDA gozaban de las ruedas de gaita, de los bailes interminables en los fandangos de antaño y en la casa de los adinerados del municipio, en donde se bailaba sin parar hasta cuando despuntara el alba en los hermosos Montes de María.

También ha ido perfeccionando algunos pases de baile para acompañar en una celebración a la alegre y espontánea MARÍA VICTORIA quien heredó el amor por la gaita de su tía María Isabel. Y es que JAIRO tiene un gran talento San Jacintero por instructor de cabecera: el maestro ABELITO, quien no escatima esfuerzo alguno para que su pupilo adquiera las mejores dotes como bailarín cual si fuera una de sus mejores obras literarias.

MARÍA ISABEL se siente segura y protegida, como no ha de estarlo si tiene a su compañera y vecina MANUELA a su lado, puesto que fue ella quien le acompañara durante su periodo final en estas huestes terrenales. Puede amanecer cantando, puede amanecer bailando y no llegará el cansancio porque en el cielo ¡No existe la fatiga!.

Se prolongaba la noche en la tierra cuando en el cielo se escuchó el murmullo de voces alegres que afectuosamente saludaban a un gran juglar de la gaita, un señor adentrado en año, de cabello canoso, con dificultad al caminar que jocosamente decía “Este festival me lo gozo desde arriba”. Se trataba de ENRIQUE ARIAS que con secuelas de cansancio en su paso por el mundo terrenal afanosamente buscaba con su vista a su compañero y hermano CAYETANO para “cuadrar una parrandita bien buena”.

Me refería JAIRO que después de acomodarse a su nuevo pero gratificante estado, “LA BIZCA” se juntó con ENRIQUE como lo hiciera alguna vez del año 2002 en el barrio Calle Nueva en compañía de unos amigos directivos del Festival Nacional de Gaitas “Francisco Llirene” para apetecer un sancocho acompañado de ron “para calentar las coyunturas”

Solo esperan que el cura “le eche la bendición” a la 19 edición del festival para comenzar la larga pero alegre fiesta al son de la música autóctona y embrujadora de la gaita.

Con especial afecto, a quienes dedicaron su vida al cultivo y desarrollo de nuestra identidad cultural…

EL DIABLO, AHÍ VIENE EL DIABLO (2003)

Adrián José Estrada Suárez


Encarnación Tovar Pérez, popularmente conocido por todos como el “Diablo”, nace en el año de 1934 en San Antonio Labarcés del Departamento de Sucre, fallece el año 2001 en la boquilla, Cartagena. Su padre fue gaitero, pero no la aprendió en ese momento por respeto a él, desde niño se interesó por la percusión tomando el ejemplo de un cuñado al cual observaba. “Yo me daba cuenta como era que él hacia; cómo golpeaba, como entraba, cómo caía en la nota precisa. Luego a escondidas practicaba y practicaba hasta que un día me atreví a decir que yo sabía tocar”. Estas palabras las expresó textualmente El Diablo, al columnista Manuel Lozano Pineda, en una entrevista realizada en marzo del año 2000.

Su primera experiencia como músico ocurrió en una parranda que hicieron en su casa cierto día, cuando dijo que él sabía interpretar la caja, pero no le creyeron, de inmediato lo pusieron a prueba, e inició a tocar una caja demostrando todo ese aprendizaje que había desarrollado de forma autóctona.

Luego a los 18 años, se retiró de la música porque empezó a trabajar como jornalero en diferentes lugares pero, su carisma como músico era más fuerte porque terminaba haciendo parte de las diferentes agrupaciones a donde llegaba. Obtuvo madurez musical grabando con Silvestre Julio, ese popular tema conocido como Tómate el trago Silvestre, más tarde grabaría trabajos con agrupaciones vallenatas como las de Rafael Cabeza El songo zorongo, Ángel Vásquez, Juancho Polo Valencia, Alejo Durán, Luis Enrique Martínez y el Sanjacintero Rey de la Cumbia, Andrés Landero.

También realizó trabajos después de haber mejorado su técnica, con la popular cantadora Sonia Bazanta, más conocida como Totó, la Momposina, haciendo gira internacional y grabando para una producción en Inglaterra.

El Diablo, fue muy versátil en esto de la música tradicional, interpretaba instrumentos como la marimba, el arco sonoro, la gaita hembra, el acordeón, el tambor llamador y el tambor hembra por el cual es recordado con la majestuosidad con que lo hacía sonar, además, en una más que en otra parranda, de vez en cuando deleitaba con su particular voz entrecortada, cantando temas como el Sábalo mayero de su autoría.

Encarnación Tovar o “Encarna” como también lo llamaban, fue todo un personaje, y del que se guardan recuerdos agradables, como una persona jocosa, risueña, descomplicada, parrandera, sentimental y que le gusta sorprender con sus trucos improvisados de percusión al tocar con el ala del sombrero, las abarcas y en ocasiones con las manos al revés. Algunas de sus características son resaltadas en canciones como Homenaje a Encarnación de José Luis Borré Burgos, quien es considerado como uno de los mejores vocalistas jóvenes del departamento Bolívar, interpretándola en el Festival nacional de Gaitas en Ovejas, Sucre, la cual gustó y otra conocida como El Diablo escrita por el compositor sanjuanero Hernando Coba, grabada por la agrupación Al Son de Gaitas de Cartagena, cantada en esa oportunidad por el ovejero Juan de Dios Narváez con su melodiosa voz, Ronald Suárez en la gaita hembra y Kevin Acevedo en el tambor hembra, quien aprendiera algunas técnicas de Encarnación Tovar.

Padre de 22 hijos, residía en una humilde vivienda en el corregimiento de La Boquilla de Cartagena, donde vivía con su esposa, lugar donde muere a causa de quebrantos de salud que lo venían afectando después de una intervención quirúrgica. Su sepelio para los que no asistieron por razones ajenas, fue motivo de tristeza, para los presentes, fue una gran fiesta donde acudieron muchos familiares, amigos y compañeros de la vida musical de su generación como: Etelvina Maldonado, la cual lo embelesó con sus cantos de bullerengue.

También folcloristas que hicieron llorar acordeones, tambores y gaitas como: Sixto Silgado “Paito”, de la agrupación Punta Brava a la cual acompañó algún tiempo. Además, músicos contemporáneos más jóvenes, que también realizaron trabajos con el desaparecido Diablo, como: Eliécer Ríos, maestro de muchos gaiteros y director de los grupos Gaiteros de la Frontera y Gaiteros de Fin de Siglo, Remberto Guzmán y Marcos Chávez de Millo Son, Luis “Luchito” Pérez, Braulio tovar, José Eljach, Ariel Ramos, Humberto Blanco, entre otros, le dieron el último adiós. El Diablo será recordado en nuestros lugares de le geografía nacional, pero sobre todo en escenarios como: El Festival del Socorro de Cartagena, las Fiestas de la Boquilla, las playas de Bocagrande con conjuntos vallenatos, Festival de la Cumbiamba en Cereté, la plaza de Ovejas, muchos de los sitios donde acompañaba las parrandas y por cada uno de esos lugares se sentirá su presencia y todos al unísono cantarán, El Diablo, ahí viene el Diablo…

EN MEMORIA DE ENRIQUE ARIAS, EL GAITERO (2003)

Junta Directiva


Eran las 10:30 de la noche de un 23 de Septiembre de 2003, cuando ese mismo cielo que lloró a la “Bizca” María Isabel comenzó a acariciar la fértil tierra de Ovejas para bendecir la partida del más viejo de los gaiteros que aún nos alegraba la vida: “Enrique Arias”; hombre sabio de la naturaleza que en tiempo de verano llamaba como el día de su muerte a la madre lluvia, que no le temía a las picaduras de culebras porque él las curaba.

Hoy solo queda el recuerdo de las abarcas roídas por el paso del tiempo, su viejo baúl lleno de recuerdos, su Cristo de plata que siempre lo acompañó con su secreto para atrapar mujeres. Ese mítico personaje era Enrique Arias el gaitero que muy bien describe la canción de Alfonso Martínez Sotomayor (q.e.p.d.) “Enrique el Gaitero”:

Declamado…

“Fatigado por el paso del tiempo
en cada paso de su lento caminar
dibuja la agonía del trajinar
de una vida fundida en la melancolía
que brota de las gaitas en su nostálgica melodía…”

I
Cabizbajo y pensativo
A un hombre veía venir
Mal trajiado y afligido
Ya no quiere sonreir (bis)

Era Enrique Arias el gaitero
Que pesar cuando lo vi
Pidiendo un pan en el pueblo
Para poder sobrevivir (bis)

Cojeando pero camina
Implorando caridad
Hoy nadie lo determina
Ni el gobierno ni la sociedad

CORO
Hombre que labró los campos
Trabajando noche y día (bis)
Se oyó su gaita y su canto
Por los Montes de María


II
Con su mochila terciá
Su canoso pelo largo
Sus abarcas remendá
Y fumando su tabaco

Una gaita se murió
Con su hermano Cayetano
La suya en el silencio se durmió
Y su corazón quedó lastimado (bis)

Por eso anda cabizbajo
Triste y meditabundo
Pidiendo de ron un trago
Donde ve tocá un conjunto (bis)

CORO
Parece que va implorando
Que Dios al cielo lo lleve (bis)
Para encontrarse con Cayetano
Y hacer un parrandón con Llirene


Así es la vida y muerte de los grandes. A su entierro no fue ningún representante del gobierno, ni de las altas personalidades del país o del municipio. Solamente allí estaban los amigos de siempre: sus vecinos, los del festival y su vieja gaita que hoy queda sola vacía, porque ya no la llenará más el aire que alegraba al pueblo con su melodía.

Yo vi gemir esas gaitas
al son del dobles de las campanas
era su despedida
ellas se oían tristes y melancólicas
¡Ya no llores más gaita!

porque Enrique Arias vivirá
cada vez que un niño o un joven
te haga sonar en los Montes de María

¡porque el no te dejó morir ahora vive a través de ti!

ABELITO... q.e.p.d. (2003)

Jairzinho Díaz Terán


Cuando doña Marina dio a luz un 20 de junio de 1958 a un niño de ojos pequeños pero llenos de un brillo especial, con una división en la barbilla que llamaba la atención a todo el que lo veía, no imaginó nunca las grandes correrías que con los años llegaría a realizar Abel Gustavo Viana Reyes como lo bautizaron y registraron un tiempo después.

La infancia de Abelito o Tavo como cariñosamente lo llamaban sus familiares y amigos, quizás no fue muy diferente a la de otro niño San Jacintero, ayudando a su madre en los mandados y quehaceres de la casa y ocasionalmente a su padre en la parcela. Realizó sus estudios de primaria y secundaria en San Jacinto, siempre inclinado hacia la danza, la música y el arte. Culminado su bachillerato se traslada hacia la ciudad de Cartagena a estudiar en Bellas Artes, allí tuvo muchas dificultades para estudiar y permanecer pero luchando siguió adelante y terminó felizmente su carrera.

Abelito desde pequeño mostró sus dones como artista, participando en grupos de danzas, fonomímicas, obras de teatro, declamaciones, entre otras manifestaciones lo que lo fue enriqueciendo y forjando su carácter para mas tarde ser parte del grupo de danzas de Carlos Franco, la Academia de arte Marleni y el grupo de danzas Movimiento con los que realizó múltiples presentaciones a lo largo y ancho del país.

En San Jacinto fue cofundador del Comité Civico Cultural y CORFOARTE, director de la casa de la cultura y fundador del grupo de danzas MAKUMBÉ, actividades a las que dedicó gran parte de su vida, por las que se sacrificó mas allá de lo que cualquier ser humano pueda pensar. Abelito era un hombre practico, disciplinado, ordenado, honesto, brindándose en plenitud a sus amigos y familiares, estas cualidades lo llevaron a trabajar durante un tiempo en cuatro departamentos simultáneamente: Magdalena (grupo de danzas de una Institución Educativa), Atlántico (Director de grupo de danzas ARIANO en Barranquilla), Bolívar (Director de grupo de danzas de la licorera en Cartagena y grupo de danzas MAKUMBÉ de San Jacinto) y Sucre (Director grupo de danzas Francisco Llirene del Festival de Gaitas de Ovejas).

Frente a la casa de la cultura de San Jacinto luchó por el rescate y preservación de los juegos callejeros, el museo antropológico, la biblioteca pública y las festividades de las calles en el mes de diciembre. Antes de ser director de la Casa de la Cultura ganó en muchas ocasiones el premio a la mejor calle (calle 23) y el mejor cuadro; ya como director creo y organizó por tres años el concurso Rostro Angelical del cual la ultima ganadora fue la señorita DUPERLIS NUÑEZ RHENALS, representante del Departamento de Sucre.

Los logros obtenidos por el grupo de danzas Son Candela, otrora grupo de danzas Francisco Llirene, se deben directa o indirectamente a las enseñanzas que como director y como persona impartió Abelito a sus integrantes. Fueron muchos los aportes que le hizo al Festival de Gaitas de Ovejas, a la Asociación de Danzantes de Sucre (ADANSAR) , al Festival de Gaitas de San Jacinto, al encuentro de Danzas de la Costa Atlántica que lleva su nombre en San Jacinto, al folclor y la cultura popular no solo en la región sino en el país, con los diversos talleres de danzas que impartió en Antioquia, Santander, Boyacá, Valle y Valle del Cauca. Así mismo todas las delegaciones de universidades, grupos de danzas, de música y visitantes que llegaban a San Jacinto recibían la más amplia información sobre San Jacinto y su cultura de parte de Abel.

Todos los que tuvimos la oportunidad de conocerlo y compartir con el, podemos dar fe de la gran persona que era Abel, de sus cualidades y don de gente; hoy los festivales no serán los mismos sin las ruedas de gaitas organizadas por él, o simplemente el y su pareja haciendo del baile un deleite al son de la gaita, donde sonara una gaita allí estaba Abel con sus velas prendidas y su pareja de turno. Llegar a San Jacinto y no encontrarlo en sus calles, en la feria de artesanías, en los toros, en el festival, en las festividades de las calles, en la biblioteca, es llegar y encontrar un vacío que muy difícilmente se llenará, tal vez el tiempo nos permita acostumbrarnos pero no será igual.

Este año son muchas las pérdidas que ha tenido el folclor y la cultura popular, primero fue María Victoria de la Rosa; que grandes cosas hizo por el festival y grupos de gaitas, Abelito partió con su danzas, Jairo Mercado que magnificó con su pluma a Ovejas, su cultura y su festival, María Isabel “la Bizca” de la Rosa también se marchó con su baile y por último el maestro Enrique Arias también se marchó con su gaita melancólica y cadenciosa. Muchos dirán que están juntos en el cielo llenándolo de alegría unidos a todos los juglares que estaban allá; pero lo que si es cierto es que todos estarán velando por nosotros y en especial por el Festival de Gaitas de Ovejas.

A San Jacinto, al grupo de Danzas Makumbé, al Festival Autóctono de Gaitas de San Jacinto, a sus amigos y en especial a sus familiares, nuestras condolencias ante la partida anticipada de Abel. Esa enfermedad que lo fue alejando poco a poco durante 15 años de lo que más amaba, salió victoriosa el pasado 11 de mayo de 2003. sus hijas Verónica, Karelys, Yule y Mairilyn saben que Abel desde el cielo las está amando y bendiciendo; Miriam, Ruth, Niddi, Ida, Arge, Luisca, Samue y Rafa, gracias por todo lo que hicieron por Abelito.

De su compadre y amigo: toda la gratitud del mundo.

Saturday, March 10, 2007

EDITORIAL (2004)

Haber adquiriros las distinciones de Patrimonio Cultural en los niveles Municipal y Departamental resalta el gran compromiso adquirido por nuestra institución para desarrollar las actividades culturales que permitan afianzar la identidad colombiana y mantener viva la tradición gaitera que se expande por todo el territorio nacional con gran entusiasmo. Es el inicio de un largo camino que feliz y esperanzadoramente recorreremos, pues, nos hace falta alcanzar la distinción de Patrimonio Nacional y por que no, la de Patrimonio de la Humanidad. Son tareas corporativas que las próximas Juntas Directivas tienen el compromiso de cumplir con el concurso de las entidades e instituciones de todos los órdenes en el sector cultural y oficial.

Gracias al esfuerzo del Festival Nacional de Gaitas “Francisco Llirene”, del amor y respaldo irrestricto de la población ovejera y el apoyo decidido de cada uno de los amantes del folclor gaitero amén del soporte económico que nos brinda cada una de las entidades protectoras de nuestro evento, hemos podido alcanzar importantes logros que permitirán preservar este hermoso legado triétnico para las futuras generaciones. No cabe desfallecer en este cometido, pues, aún cuando se presenten sinsabores y se luche contra el egoísmo y la mezquindad, si actuamos de manera decidida y comprometida en el desarrollo de nuestra identidad, quedará la satisfacción que nos brinda el hecho de haber actuado cuando el Festival necesitaba de guías visionarios con alta sensibilidad y sentido de la pertenencia.

Hoy cuando renace nuestra Escuela de Formación Musical, se rejuvenecen nuestras energías, pues, el entusiasmo generado en los niños nos permitirá continuar en la transmisión de experiencias y saberes de quienes hoy orgullosamente nos representan: Los gaiteros. Se necesita del compromiso institucional para mantenerla y proyectarla con el apoyo de las instituciones educativas a través de la inclusión de la materia “IDENTIDAD CULTURAL” en el P.E.I. y el apoyo al desarrollo de los objetivos de nuestra Escuela de Formación en desarrollo de convenios interinstitucionales que involucren a todos los entes territoriales de la zona de influencia.

A Dios gracias, por permitirnos cumplir con los compromisos adquiridos durante este periodo y aportar nuestro esfuerzo individual y conjunto al desarrollo de nuestra identidad cultural gaitera. A nuestras familias agradecimientos por su apoyo incondicional.

¡Bienvenidos al Festival Nacional de Gaitas “Francisco Llirene”Patrimonio invaluable de los amantes de la música de gaitas!

AHORA SI, QUE SUENEN LAS GAITAS (2004)

Por Álvaro González Quessep
Alcalde Municipal (Ovejas-Sucre)


Llegó Octubre y con él, infinitas bendiciones para nuestra madre tierra y júbilo desbordante en los coterráneos y visitantes, al saber que se celebra una versión más del gran evento que enorgullece no sólo a los Ovejeros sino al mundo entero: El Festival Nacional de Gaitas “Francisco Llirene”.

Como primera autoridad del Municipio de Ovejas, doy la bienvenida a todos los gaiteros y amantes del folclor quienes con su humildad, pasión y generosidad, se adueñan durante cuatro días de cada rincón de este pueblo, convirtiéndose luego en testigos y proclamadotes de las riquezas y costumbres de nuestra gente.

Este año, como administración municipal, hemos querido brindarle a este magno evento, todo el apoyo, no solo porque celebramos la vigésima versión, sino porque somos conscientes de la realidad propia que ha vivido este certamen, especialmente, en los últimos años, quien ha “mendigado e implorado” recursos, como sino fuese digno de recibir el apoyo ineludible que las instituciones gubernamentales, culturales y hasta la empresa privada le deberían dar, más cuando promocionamos con gaitas y tambores, la paz y la convivencia, en una tierra donde el cantar de nuestros campesinos resucita, instaurando la ley pacifica que debería reinar en nuestra querida patria.

Pero también los recursos que le hemos entregado este año al Festival, es la manifestación propia de nuestro programa de gobernabilidad, pues, creemos que la cultura y en especial este evento al apoyarlo, enaltece el nombre de Ovejas. Y es que nuestro aporte, además de ser económico, ha sido, renovador, ya que las sugerencias brindadas a la Junta Directiva, tiene como fin dignificar a la esencia espiritual de la gaita: El Gaitero, pues, el criterio y sentir mientras gobernemos a nuestro pueblo, será el de ofrecerle al Festival las herramientas necesarias para que el gaitero pueda sentirse valorado y merecedor de una verdadera atención y por ende retribución.

Con estos sentimientos de justicia, regocijo y satisfacción por plasmar en el festival una de las verdades esenciales de nuestro gobierno, los invito a que vivamos este festival, no como uno más, sino como el acontecimiento cultural que Dios nos ha brindado para que en Colombia y en especial, en Ovejas, se inicie una nueva historia de armonía, progreso y virtud, expresada, especialmente, a partir de la música prodigiosa y sublime de los Montes de María… por eso, Ahora Sí, ¡que suenen las Gaitas!

MANUEL HUERTAS VERGARA (2004)

Por Alejandro Pineda Cárdenas
Promotor Casa de la Cultura Ovejas Sucre



Que admirable es que en esta época de días ensangrentados llenan el aire sordos lamentos y turbulentas impresiones, hubo alguien con mente serena que se dedico a estudiar idiosincrasia y cultivar la Poesía, MANUEL HUERTAS VERGARA, investigador constante y silencioso, recorrió los caminos y veredas del Departamento de Sucre, Córdoba y Bolívar, en busca de información y documentación, de investigación de las costumbres de hombre de las Sabanas de Sucre y de los Montes de Maria, de su Música, Sus tradiciones, sus Corralejas, de las bailadoras de fandango de la Antropología Zenú, de la cual coleccionó muchas piezas en cerámica, en el que se proyectaban organizar el Museo Arqueológico Zenú del Departamento.

Muchas veces fui su compañero en su recorrido; en una ocasión fuimos al Corregimiento de Pijiguay del Municipio de Ovejas, a las Cuevas de San Agustín, Salitral y Chengue y llegamos a la Cueva de la Vereda el Tesoro, que en su entrada y en su interior esta llenas de figuritas de Estalactitas por la humedad y la acción del tiempo.

El Doctor MANUEL HUERTAS VERGARA, dedico gran parte de su vida a desentrañar las raíces de nuestros antepasados aborígenes e Iberos que llegaron a nuestra tierra.

En Ovejas dejó honda huella, como Arquitecto y Secretario de Desarrollo Departamental, hizo los planos del Barrio Sagrado Corazón de Jesús y del Parque Central, fue gestor ante el Ministerio de Cultura para conseguir los instrumentos de Música y crear la Escuela, de la cual formo la Banda Montes de Maria, fue nuestro Asesor incondicional para la creación del Primer Festival de Gaitas, y como director Regional de Cultura asigno recursos para la compra de piezas precolombinas para la muestra Arqueológica del Comité Cívico Cultural.

Elaboró el Mapa Cultural del Carie Colombiano e investigo la Arquitectura Tradicional de la Sabana. En su labor de escritor se cuentas los siguientes libros: “Pola Becte”, “cabildo y merced de tierras”, cuentos Sabaneros de Jesús y los libros Inéditos, Gaita la Chuana de América y música de Bandas de Corralejas, Las Revistas AUDES Y GACETA CULTURAL DE LA SABANA, todos textos obligados para todos los interesados en conocer nuestra idiosincrasia, saber quienes somos y donde venimos.

El amigo y compadre de repente se fue, aunque es natural que el hombre nace, crece, trabaja, amontonada cosas, las deja y se va, pero el Doctor HUERTAS, se fue demasiado pronto, un día de abril de presente, dejándonos un gran tesoro Cultural que no lo corroerá el tiempo ni se lo robará el ladrón.

Pero él será como unas estrellas del firmamento que desaparecieron hace muchísimo tiempo y todavía nos llega su luz.

OVEJAS EN EL RESCATE Y PRESERVACIÓN DE LA MÚSICA DE GAITAS (2004)

Por Armando Rivero Manjares
Locutor y Licenciado Lenguas Modernas


Desde hace veinte años la música de gaitas es rescatada a través del Festival Nacional de Gaitas “Francisco Llirene”, que año tras año se realiza en el mes de Octubre, en la célebre población de Ovejas, en el Departamento de Sucre, población fundada un 2 de Junio de 1776 por el Capitán Antonio de la Torre y Miranda.

El festival es un encuentro con los amigos, con la tierra, con los amores, con lo ancestral y sublime, en el cual participan campesinos, estudiantes, profesionales, jóvenes y en general todos los amantes de este folclor, sin distingo de raza, credo, color político… Etc.

Al festival llegan los mejores exponentes de esta música, para mostrar su destreza y maestría en la gaita larga, ya sea aficionada o profesional, en la gaita corta única o para mostrar que la gaita tiene un gran futuro con el encuentro de las Escuelas de Gaitas. También toman partida los compositores en el concurso de Canciones Inéditas, las Parejas Bailadoras, los Decimeros, los Artesanos, los Pintores y otros que hacen del evento una gran Escuela para que las presentes y nuevas generaciones preserven los saberes ancestrales.

El Festival tiene sus antecedentes, por ejemplo en la época precolombina, los territorios donde hoy se encuentra ubicada Ovejas fue foco de expansión de la tribus indígenas Zenú, quienes elaboran y hacían sonar la Chuana (gaita), suceso este corroborado por el descubrimiento de la figura diminuta de oro tumbaga de escasos 3.5 cm hallada en 1989 entre los cerros de Vilú y Almagra.

Con el pasar del tiempo y en el proceso de conquista y colonización el instrumento indígena se mezcló con la polirritmia ágil y excitante de los tambores de los negros esclavos traídos de África. De este legado fueron herederos los campesinos de la región quienes la hacían sonar en las fiestas patronales o en las velaciones a San Pachito o al niño Dios como agradecimiento por todos los favores recibidos durante la cosecha.

Era la década de los años ochenta y los exponentes de este legado estaban muriendo en el anonimato, llevándose consigo esos saberes, fue entonces cuando se gesta desde Ovejas un movimiento de rescate que llevo a la realización en 1985 del primer Festival Nacional De Gaitas del país y del mundo. De ese año glorioso para la música colombiana se recuerda el cuadro de ganadores, el cual en la gaita larga categoría única, el primer puesto fue compartido entre los conjuntos Hermanos Lara de San Jacinto Bolívar y Sones Autóctonos de Mancomojan de Ovejas, este ultimo en donde ejecutaba la gaita hembra el maestro Toño Cabrera; el segundo puesto lo ocupo Juancho sierra y sus gaiteros de Cartagena de Indias; el tercer puesto fue para los gaiteros de Santa Lucia del Guamo, Bolívar. En la gaita corta única el primer lugar fue para Palma Caliente del Palmar-Ovejas.

A partir de entonces se vislumbro un nuevo horizonte para la música de gaitas que ha llegado a diferentes estratos sociales y rincones del país y el mundo, siendo objeto de estudio, conservación y divulgación. Pero la tarea aun no ha terminado, los gaiteros y el Festival necesitan de una mirada diferente del Estado y los gobiernos, quienes deben valorarlo como un patrimonio incalculable e intangible que hay que fortalecer, apartando los sentimientos egoístas que poco a poco ponen en peligro el futuro del evento y del país. Pero como todos llevamos una gaita en el alma, estoy seguro como dijo un amigo que Ovejas seguirá sonando en los confines de los Montes de Maria invitando al rescate de la Chuana y a la ratificación de Ovejas como sede permanente del Festival Nacional de Gaitas.

“El texto anterior es producto de un cúmulo de lecturas y conversatorios sobre la historia del Festival”

RESISTENCIA A LA EVOLUCIÓN DE LAS GAITAS (2004)

(Una visión critica)
Adrián Estrada Suárez


En el camino, algunas veces nos embestimos con personas arraigadas a las costumbres y sobre todo con aquellos adultos que no en vano, consideramos y respetamos como nuestros maestros de la música de gaita, cualquier concepto emitido y profetizado por ellos, en cierta forma queda internalizado y grabado en nuestro disco duro, lo que a veces resulta arduo de borrar y el mensaje es, que no siempre todos los viejos, tienen la razón.

La motivación que me incita a esta critica, se debe a que algunos colegas gaiteros, se encuentran durmiendo en los laureles sin manifestar el mínimo interés de hacer aportes a este género musical, ni siquiera con un nuevo montaje para recrear las viejas canciones, llegando al punto que algunos interpretan de la misma manera, errores que realizaron los Gaiteros de San Jacinto en sus primeras grabaciones.

El ser humano debe evolucionar en el tiempo y meramente no se puede vivir de lo que nuestros antepasados dejaron, basado en esas raíces hay que seguir explorando, porque este mundo avanza de manera vertiginosa, por lo tanto, antes de caer en la filosofía de la resistencia al cambio, debemos hacer un pare de reflexión proyectando la mirada hacia un futuro cercano y analizar las bondades que ofrece el nuevo mundo.

Siempre debemos digerir todo lo que nos llega, la verdad como tal no existe, existen verdades, es por ello que los músicos de hoy deberíamos estar obligados a investigar y arriesgarnos a innovar sin temor a ser criticados teniendo confianza en lo que hacemos.

Muchas de la cosas que existen en la actualidad no son legitimas y son consideradas como el umbral, debido a que han sufrido transformaciones a través del tiempo y a este escenario no es ajena la música de gaitas, la cual tiene defensores que pelean como gato boca arriba, que van en contra del adelanto e inclusión de otros instrumentos es decir: son ajenos a lo que comúnmente se describe como fusión. Soy convencido de que a la música de gaitas no se perderá de nuestro panorama, existe una gran afición, tanto que las Escuelas y Universidades se están preocupando por incluirla en sus programas de formación.

La tradición no se pierde, permanece a través de los tiempos, es de resaltar que algunas personas se preocupan por investigar y dejar consignados los datos, pero también es neurálgica la baja población que se dedica a este tipo de investigaciones, debido a que en Colombia, sobre todo en la Costa Atlántica la academia se ocupa mas, por formar administradores, contadores, abogados y muy poco, a profesiones orientadas a estudiar el folclore (Fol.: popular y Lore: tradicional, es decir, saber popular, palabra inglesa ideada por J. W. Thoms) lo que se conoce, es gracias a personas inquietas que basadas en una formación humanista y social, aplican de manera muy apropiada sus conocimientos en la investigación cultural. Los interpretes de este genero, debemos estimular al conocimiento de la cultura y la historia, como lo expresa el celebre escritor Eduardo Galeano “El pueblo que ignora de donde viene, difícilmente puede llegar a averiguar a donde va”.

El hombre debe moverse de acuerdo a los cambios que el mismo va produciendo, ejemplo de ello el maestro Antonio “Toño” Fernández (cuando en 1950 funda junto a Nolasco Mejía, los hermanos José y Juan Lara y Manuel Serpa su agrupación) al impostarle la voz a la gaita ya que en el pasado ésta solo se escuchaba de forma instrumental y hoy día no podríamos deleitar temas como Zoila, Déjala que llore, Candelaria, entre otras. El maestro Toño asumió ese riesgo y daría por hecho que algunos músicos de la época le criticaron, pero después aceptaron, que el anexo era excelente y qué decir del maestro Catalino Parra con su tambor membranófono de dos parches (tambora) o de los Guaches?

Para algunos es de conocimiento que la gaita tradicional o conocida como pura, está comprendida por dos instrumentos aerófonos que son las gaitas hembra y macho; dos membranófonos, tambor hembra (tambor alegre) y macho (tambor llamador) y uno autófono en este caso la maraca. Se da su evolución adicionando a los anteriores instrumentos, el tambor de dos parches (tambora), el Guache elaborado con lámina y chuiras en su interior (el cual es una replica de los guaches o capachos utilizados en la Región Andina) complementando con la voz del maestro Toño Fernández como ya lo mencioné anteriormente. Los Gaiteros de San Jacinto posteriormente, se aventuraron a incluir clarinete, bajo eléctrico y otros instrumentos que le dieron mayor vida y color a este música que hasta nuestros días seguimos escuchando, interpretando y bailando.

Haciendo un análisis histórico de diferentes agrupaciones entre ellas los mismos Gaiteros de San Jacinto, Totó la Momposina, Son Cartagena, Paulino Salgado, Los de la Vereda y “Al Son de Gaitas” últimamente; a la fecha han ido incluyendo otros instrumentos con el fin de dar un matiz diferente a esta fastuosa música, es mas hasta hace poco Petrona Martínez en una de sus presentaciones en vivo en Bogotá, realizó algunas mezclas con un DJs, el mismo Alé Kumá incluyendo el piano de cola y el contrabajo dándole un toque clásico a los bullerengues y chalupas, tambien Son de Ovejas, que lastimosamente en su último trabajo dejaron de lado la estructura de la gaita a pesar de que esas son sus rizomas, son agrupaciones que en sus inicios interpretaron, solo música tradicional, pienso que por el interés de participar y mostrarse en los festivales como los de la Cumbia de El Banco, la Cumbiamba en Cereté, El Socorro en Cartagena, la Algarroba en Galeras y el nacional de Gaitas “Francisco Llirene” en Ovejas, los cuales deberían ir pensando en una categoría libre donde se permita la fusión y que las agrupaciones puedan desarrollar mas la creatividad; pero eso es tema de otro artículo.

Cual es el mensaje? Hay que despertar del letargo y evolucionar sin temor al fracaso, creando espacios propios con identidad de grupo, sin permitir que las gaitas-percusión en toda su estructura pierdan el liderazgo, ser productores de nuestro mismo producto sin sentarnos a esperar que vengan por nosotros, es salir, enfrentarse a los monstruos de la piratería musical, y dedicarse a la creación, arreglos y composición asumiendo el riesgo de ser blanco de los dardos envidiosos, para que de esta manera podamos revelar que las gaitas y nosotros estamos en evolución.

PREOCUPACIÓN AMBIENTALISTA DEL FESTIVAL (2004)

POR: ALFREDO RICARDO GUERRERO

No solamente la preocupación del Festival se centra en su misión cultural de promocionar nuestras manifestaciones culturales expresadas en el género musical de la gaita, y dentro de ese proceso todas aquellas que hacen vida socio-histórica en el Municipio de Ovejas y ligadas estrechamente al género musical aludido, sino que hoy comparte la preocupación de otros organismos estatales por la suerte del Medio Ambiente en razón a que es el espacio donde se escenifica todo el quehacer humano.

Para pensar en un futuro que posibilite una vida digna, el hombre debe romper con el sentido de enemistad que casi siempre ha mantenido con la naturaleza. No puede seguir maltratándola, apagando el canto inocente de los pájaros; enturbiando las aguas con los deterioros de las intoxicaciones industriales; debilitando con las maquinarias y sus desmedidos usos el poder de vida que prodigan los suelos y los bosques y que decir de la destrucción paulatina y mortífera de la capa de ozono que nos protege de los incisivos rayos solares.

Ante la posición contrastante que emerge de la actitud economicista del hombre, primero porque sabe que la naturaleza es fuente de riqueza y segundo no planifica su explotación y acaba en un santiamen lo que es su fuente de sustento, es decir, no dosifica, es un loco que sólo percibe el presente sin importarle la proyección y la suerte de las generaciones por venir.

Si bien es cierto que en el mundo se desarrollan “avances” importantes para lograr un mejor dominio de los recursos naturales renovables y no renovables, también es cierto que estos únicamente se hacen con la visión material de generar poder económico y social para un hombre cada día más apartado de la sensibilidad natural y cultural.
Su afán se manifiesta en crear tecnologías confeccionadas para irradiar su pensamiento depredador.

Toda actitud del hombre se manifiesta como accionar cultural pero en Ovejas vivimos unas situaciones aberrantes frente a la relación hombre- naturaleza. Los arroyos, suelos, parte forestal y fauna han recibido las incidencias de la cultura de la destrucción, la intolerancia de una sociedad sin conciencia del Medio Ambiente, muy a pesar de existir suficiente literatura para llamar la atención de la necesidad de preservar nuestros recursos naturales.

En Ovejas los Planes de Desarrollo están alejados de la integratibilidad y sólo se ocupa de la parte material y de la infraestructura cementistica importándolo poco la existencia del hombre en cuanto a su espiritualidad que ante la crisis social de valores lo aparta de la cultura de la conservación y la preservación de la naturaleza como centro de vida.

Las nuevas teorías del desarrollo cultural integral y sostenible dice que el hombre debe ser el gran protagonista del desarrollo, pero sin abandonar ante lo vivo lo actuante motivándolo también a fomentar relaciones más concordantes con el entorno en donde desarrolla su vida.

En el Medio Ambiente se conjugan algunos niveles del comportamiento social del hombre especialmente aquellos referidos con su ínter – relación entre los de más hombres, de donde se determina que sí el hombre se relaciona bien con el otro esa armonía repercute también en la salud del Medio.

La Gaita es cactus, tunas, bleo e chupa, cera de abeja, mosca cargabarro, pluma de pato, golero, pavo; es cuero de venado, chivo, carnero, etc. ; es bejuco catabrero, es cáñamo de fique, es cuña de guasimo ; es palo de banco; es totumo cimarrón, chuira o capacho, un instrumento natural alimentada melódicamente por el canto de silvestres aves y la imaginación y creatividad natural de curtidos hombres de la tierra . Esa gran condición de la Gaita nos concita a realizar un llamado a que se respete la naturaleza como origen y fuente del sonido que alegra y ánima el espíritu de los que queremos y defendemos lo “nuestro”.

SERENATA DE GAITAS (2004)

Por: José Luís Rolon Álvarez


La tarde bella y brillante se antojaba especial por los adornos naturales de las altas montañas que rodeaban el rancho alargado y amplio donde convivían la vieja Teresa ortega y el enjuto y magro viejo, Pablo Álvarez. El lugar bien situado en uno de esos ángulos imposibles, que se podian encontrar en los encillos del cerro de Almagra, era el hogar de la prole magnifica del par de viejos campesinos que vivian felices en medio del campo majestuoso que les prodigaba alimentos y posibilidades de vida.

Serian la cuatro de la tarde cuando el patio espacioso y colorido, donde abundaban las verduras y flores de la región, se enternecía con el canto suave de la vieja teresa, que calilla en mano alistaba los calderos y el fogón, para preparar la carne salá en guiso de ají guagualito, acompañada de arroz de carauta y yuca nueva. Sus compases musicales evocaban tiempos idos, pero con la sabrosura de tiempos presentes y futuros. Ella canturreaba sin atreverse a elevar los decibeles de su voz, una vieja canción gaitera que le recordaba al Santo Patrono, San Francisco de Asís. Devota como todas las de su raza, teresa sabía lo que era una velación con Gaitas; razones tenía sobradas, para decirlo y sentirlo.

Sin que ella lo hubiera propiciado, desde su privilegiada posición en el rancho, se escuchaban con Nitidez los sonidos venidos de la cercana vereda de Santa Fe e incluso aquellos que provenían del Corrincho y del Corral del Medio. Allí donde estaba, podía oír en las noches, el cacho que era sonado para anunciar que habría matanza de ganado vacuno o de cerdo en las parcelas vecinas de la zona baja del cerro. Por eso no le extraño cuando irrumpió en la tarde ese sonido especial que da el tambor alegre cuando es bien tocado y mucho menos se impresiono al sonar de gaitas (Hembra y Macho) que cortejaban el sonido hermoso del cuero repicado, por la maestría de manos ágiles y curtidas de sabiduría gaiteril. Ella ocupada en el fogón, escuchaba incluso los guapirreos que venían de las tierras donde habitaban los Changos (Sebastián, Chango y Alejo Mendoza); supuso que seria la fiesta en honor algún Santo o tal vez en homenaje a un amigo que les visitaba allá en sus tierras Santafereñas.

Sin estar muy ensimismada en el espectáculo musical y melódico que le llegaba por las brisas suaves que traían los Montes de Maria, Teresa se apresuro a preparar la cena porque sabia que en pocos minutos llegaría de su rosa, el Viejo Pablo, luego de la extenuante jornada de trabajo campesino para cultivar tabaco, yuca, ñame y maíz, en procura de criar los hijos y mantener la casa. Al rato, bajo la cortina musical que le llegaba, ella escucho los golpes secos de la rula del viejo que cortaba la leña para el día siguiente. Conocía que una vez dejase de oír esos golpes de machete, por el sendero alargado y bien trazado, aparecería su esposo y compañero, trayendo el cabestro el burro blanco y enorme que le acompañaba en la bella aventura de arañar de la tierra, los frutos que ella ofrece.

Cuando llego al rancho el viejo le comento de los sonidos gaiteros que el mismo escuchaba, ahora con mayor claridad. Así pasaron las horas y seguía el suceso musical.

De pronto y sin que nadie lo anunciara, cesaron los golpes de tambor, se dejo de escuchar la melodía de las gaitas y la noche quedo en silencio. Calcularon que serian las 10 u 11, lo cierto es que las voces de la oscuridad volvían a ser, los grillos, las lechuzas, las cigarras y de vez en cuando el maullido ronco de los tigrillos que merodeaban los corrales vecinos. En ese discurrir, los viejos cayeron rendidos ante la inminente negrura de la noche, cómplice del descanso.

Habría trascurrido algunos treinta o cuarenta y cinco minutos, quien sabe. Lo cierto es que de pronto, los perros empezaron a ladrar y a alborotar como señalando la presencia de alguien o de muchos, el viejo Pablo impasible pensó que se trataba de alguna zorra furtiva que quería hacer hueco al gallinero, “para que están los perros, carajo” monologo. En esas estaba, cuando como si brotaran de las entrañas de la tierra preñada de verdes manojos y legendarios carretos, se escucharon los broncos sonidos de un tambor cerrero que era golpeado con fuerza y seguridad para extraerle maravillosos rebrujes, donde la madera y el cuero sufrían con felicidad, por el perfeccionismo que demostraba el ejecutante. Acto seguido y bien sincronizadas, un par de Gaitas rasgaron la noche y se dejaron escuchar con ese embrujo melódico que solo producen los fitocos de pitajaya, para ir llenando los espacios que encontraban ante el embate fuerte y preciso del tambor alegre. Los perros que en un principio intentaron protestar, fueron callando para rendirse ante el soberbio espectáculo gaitero que presenciaban bajo el influjo nocturno en que la luna brillante iluminaba los contornos.

Los viejos se levantaron y buscaron el foco de tres baterías para atisbar de quien se trataba. La sorpresa fue enorme cuando pudieron ver como desde sendos caballos, cual centauros míticos, los ejecutantes prodigaban la noche de un concierto vernáculo y ancestral por cuenta del gaitero Modesto Álvarez Ortega, el tamborilero Francisco “Pacho” Llirene, Sebastián Mendoza en la gaita hembra y maracas y Chango Mendoza ejecutando el llamador. Esa imagen fue legendaria, su esencia desbordaba los linderos de la imaginación y su pureza musical simboliza miles de años curtidos, por la grandeza del folclor de los ancestros.

Al cesar los sonidos del aire ejecutado, Modesto se apeó de su caballo y corrió a abrazar a los viejos que ya trasponían las palmas bajas del rancho para apersonarse de la inusual visita. Alegre y con signos de alicoramiento, el hijo querido de los Álvarez Ortega fue invitando a los músicos para que bajaran de sus monturas y continuaran aferrados a la botella de ron popular que traían bien resguardada en la mochila de fique terciada en ancas de su potro.

La mirada enjuta del templado campesino preguntaba sobre los motivos de la serenata gaitera que tenían en ciernes. La madre solo atinaba a pasear por el patio como queriendo repasar los hechos de la tarde en que escuchó los truenos melódicos que ahora estaban allí, en su rancho. Chango Mendoza adivinando los gestos de los padres de su amigo, se propuso ayudarlo en las explicaciones para lo que mencionó el tema que ahora tenía alegre a Modesto, la hermosa morenota que con sus caderas de alce en celo le había trastornado y enamorado cuando la vio trasponiendo la puerta principal de la Iglesia de Ovejas, para luego arrodillarse ante el Santo Patrono Francisco de Asís.

Mientras ocurrían las explicaciones, en los ranchos cercanos se prendían mechones que daban a la sierra, la apariencia de un pedazo de cielo estrellado, pero en la tierra. Como si quisieran regalar sus canciones a quienes se habían levantado a esa hora de la noche, Modesto arrancó una gaita corría que fue bien secundada por el tambor alegre de Pacho LLirene y el guapirreo largo y bien jalado de Chango. Allí estaban alegres estos hombres a los que la alegría y el amor por las cosas sencillas de su tierra, les llevaba en brazos del aire gaitero que nació a orillas de la sierra.

Así siguió la noche. Dicurrió entre risas y música hasta que los primeros albores les cargaron en el sopor del sueño y quedaron vencidos por las hamacas que los viejos guindaron para atenderlos como huéspedes de honor, luego del concierto ancestral en que la Gaita seguía viva y llena de brillantez melódica… de pronto un agitar de hamaca y miro al techo de la casa del maestro Jairo Barrios y de la difunta Yolanda Jaraba… pego un brinco desde la colgareja y entonces me doy cuenta que todo fue un sueño… un hermoso sueño donde puede observar una serenata de gaitas.

LA BÚSQUEDA DE LA AUTENTICIDAD (2004)

Por: Ubaldina Díaz Romero
Profesora medio tiempo Universidad del Atlántico.

El imperativo categórico de una nación se hace al amparo de los acentos de los abuelos, al arrullo de los sones que han visto crecer las generaciones. Los caminos del reconocimiento están repletos de emboscadas, asaltos y despojos. Al abrigo de las canciones de cuna se van forjando los sueños, los imaginarios que tarde o temprano, templan el carácter de las personas.

A medida que transcurren los diversos momentos de la vida, uno va tejiendo una red de vivencias, encuentros y despedidas coloreados con la tinta de los amores de cada estación.

A la sombra del goce por lo vivido, uno puede combinar el gusto por las raíces con la admiración por los saberes, por ese conocimiento trenzado en el tiempo, cargado de hondas ensoñaciones, mecido entre auroras y crepúsculos.

Los autores de la palabra saben bien que ésta no es ajena a los sucesos curiosos, particulares que dejan huella en la memoria. Por eso, quienes dedican su genio al asunto de las letras trascienden el espacio de la temporalidad terrena y se quedan por siempre en las hojas de la memoria colectiva. Sucesos contados, ilusiones narradas van formando una curiosa trenza multicolor en la que se unen lo ficticio y lo real, las experiencias internas y externas, la armonía de los momentos de goce con el acento sordo de las tragedias, una trenza palpitante que se extiende por las calles de ese pueblo, dejando en cada tramo breves fibras de su cuerpo. Biznas que regresan a la tierra apisonadas en las noches de gaitas y tambores.

Han pasado diecinueve (19) años desde aquella fecha del primer Festival de Gaitas y a pesar de las transformaciones que registra el escenario externo e interno respecto a dicha celebración y su motivo, son muchas las cosas que se conservan casi iguales. Repasando las Revistas del Festival y otras regionales, comprende uno porqué el desplazamiento forzado es una puñalada trapera en el corazón montañero. Allí aparece diáfano como una mañana de Enero, el brillo del amor por lo propio, la dignidad definida por el amor al terruño, la nobleza de una tierra trabajadora que sólo aspira a seguir siendo igual de auténtica como fueron sus ancestros.

DE LOS REPLIEGUES DE LA AUTENTICIDAD

El jueves 2 de Octubre escuchábamos en el Teatro Amira De la Rosa de Barranquilla, la conferencia de Jorge Nieves titulada “Dinámicas transformativas en la música del caribe colombiano” y no pudimos más que reconocer el talento y disciplina de este investigador. La conferencia en el marco del II encuentro de investigadores de Música afrocaribe deja sentado de plano la íntima conexión que tiene la música autóctona con los formatos profesionales que llenaron de reconocimiento el aporte musical colombiano al Caribe antillano y a los escenarios más disímiles del mundo contemporáneo.

Lo relevante de nuestro coterráneo es la afirmación según la cual “la innovación es lo que constituye la tradición auténtica de los cultores de la música en el caribe Colombiano”, La tradición de la innovación. Al respecto trae a colación varios trabajos de autores tan representativos, tantas veces rotulados como lo más auténtico, entendiendo por tal, los que no se apartan de la tradición de los mayores, trabajos en los cuales se hace evidente la vocación innovadora de tales innovadores. Este es el caso de Alejandro Durán en quien encontramos que el formato ”clásico” de la música de acordeón es roto en muchas más ocasiones de lo que quisieran recordar ciertos contumaces defensores de la música de acordeón en otros escenarios.

Así las cosas, esta barranquillera que hoy pretende compartir con ustedes algunas de sus inquietudes y percepciones, han tenido en ese momento del día jueves, la ocasión para ensanchar su comprensión respecto a ciertas vivencias asociadas con la experiencia de la música autóctona. Los sones típicos de las regiones costeras y sus subregiones a partir desmedidos del siglo XX inician la inserción en los formatos de la música profesional. Las orquestas de Lucho Bermúdez, Pacho Galán, Julio Ojito, le dan un toque de lujo a nuestra creatividad musical, realizando la traducción de los sones musicales del terruño a los instrumentos propios de los formatos de tales orquestas. Hay una transferencia que prescinde del instrumento raizal para decantar en otro, la esencia de la música autóctona. Así se crea la música popular, esto es, la que es aceptada en los escenarios de la radio, la televisión, los grandes centros nocturnos, en fin, la que es grabada por las grandes multinacionales.

Pero sucede que tal movimiento inicia por efectos de la globalización un paso de retroceso y al tiempo, aparecen los instrumentos raizales en los formatos especializados: allí al pié del brincaíto de Carlos vives, estamos nosotros. Hoy por hoy entiendo porqué cuando suena un porro, una gaita, un trío de guitarras a lo Guillermo Buitrago, un son habanero, una plena portorriqueña, una bomba, siento agolparse en el pecho un cúmulo de sentimientos. Igual que cuando escucho la versión de “Zoila” de Alejandro Durán.

Siento flotar las venas y enervarse las mínimas fibras del espíritu, el corazón acongojado, o la lluvia intermitente en los recuerdos evocados, o las palmadas sonoras de mi padre acompasando su ritmo, marcando al tiempo con el pie izquierdo. Para quienes han recorrido a lomo de mula incluso, las tierras sabaneras de Bolívar a Córdoba, pasando por la Mojana en cumplimiento del deber del funcionario responsable, para llegar a los lejanos municipios marginados por la carencia de vías, era inevitable empaparse de los aires de la región del porro, de las cumbias. Era inevitable que en le regreso a casa no portara aquella música llaneza de carácter, aquella manera de ser franca y cordial que identifica a los oriundos de la región sabanera.

La chuana sintetiza el talento tristón y malicioso al mismo tiempo de los aborígenes, pero también la angustia y el asombro de los días, la pujanza de la tierra en diálogo de elementos: no es el aire solo sino el aire, el agua, la tierra, el climax de la pasión lo que esconde en sus entrañas el instrumento insignia de estas fiestas. Es el sonido ronco, profundo de una tierra que llora a través de la caña.

Los continuos desplazamientos que acusa l trabajo artístico en el campo de la música permite decir que no han sido los artistas insensibles a los acontecimientos: que el ser humano recrea lo que le angustia, le preocupa, le indigna o le llena de coraje, de ansiedad y temores. No es auténtico que por un folclorismo de baja significación, nos neguemos a considerar, ponderar y aceptar las innovaciones que nos traen los incipientes compositores. Ya es un orgullo observar el aumento considerable de participantes en cada uno de los eventos.


La música de gaitas tiene el embrujo de los caminos, la atracción de las sombras de un mediodía brillante, la nobleza del sentimiento que impulsa el aire por la caña de pitahaya, la solidez de los montes que se yerguen imperturbables ante el paso de los siglos. Hoy , allá en el confín donde pastan los potros de las sabanas, en aquel telón de fondo adherido a las montañas, al lado de los grandes guerreros de la nación zenú, se observa la figura de otros grandes cuyo acento y sentimiento perdurarán por siempre en la memoria del pueblo que los vio nacer y convertirse en emblema de sus más grandes valores.