GAITA (2003)
Ricardo Vergara Chávez
Que dulce la gaita
que siente la gaita
que fuego lleva consigo el tambor
que misión el hombre
que hinca en el cuero sus manos
Que misterio la cintura que en círculos cimbra
como abatida por una fuerza extraña
y sólo cesa cuando en el recinto del pecho
ningún aliento queda?
Alguien debe estar moviendo la tierra
y los estantes donde l mundo descansa
pues la bailarina no tiene quietud
y la gaita más y más acentúa su aliento
La gaita debe ser hija de los arroyos
del bosque donde la lluvia reclina su tacto
del hombre y su almíbar salobre
de los pájaros del indio su cielo y su andar
¡Gaita!
Signo de lo que queda de nuestros ancestros
por fuera del fichero de la ortodoxia que registra
los más estéril de la vida… ¡Dulce tu fermento!
Dulce el regocijo de nombrarte
De sentirte como la única piel por la cual el tiempo pasa
añoso y material.
Gaita
Por los intersticios de las voces que te anuncian
galopan tus padres milenarios
América –su inicial esbeltez-
sus hijos que guardaban la semilla hasta el final del árbol
cosa que la vida no fuera truncada.
El gesto
el vaho de los recuerdos
los anaqueles de la brisa
el registro del fuego cuando era necesario el sacrificio
y la mano lamía del tambor el cuero en señal de entrega
a los dioses tutelares.
De gaita está llena la vida
Que dulce la gaita
que siente la gaita
que fuego lleva consigo el tambor
que misión el hombre
que hinca en el cuero sus manos
Que misterio la cintura que en círculos cimbra
como abatida por una fuerza extraña
y sólo cesa cuando en el recinto del pecho
ningún aliento queda?
Alguien debe estar moviendo la tierra
y los estantes donde l mundo descansa
pues la bailarina no tiene quietud
y la gaita más y más acentúa su aliento
La gaita debe ser hija de los arroyos
del bosque donde la lluvia reclina su tacto
del hombre y su almíbar salobre
de los pájaros del indio su cielo y su andar
¡Gaita!
Signo de lo que queda de nuestros ancestros
por fuera del fichero de la ortodoxia que registra
los más estéril de la vida… ¡Dulce tu fermento!
Dulce el regocijo de nombrarte
De sentirte como la única piel por la cual el tiempo pasa
añoso y material.
Gaita
Por los intersticios de las voces que te anuncian
galopan tus padres milenarios
América –su inicial esbeltez-
sus hijos que guardaban la semilla hasta el final del árbol
cosa que la vida no fuera truncada.
El gesto
el vaho de los recuerdos
los anaqueles de la brisa
el registro del fuego cuando era necesario el sacrificio
y la mano lamía del tambor el cuero en señal de entrega
a los dioses tutelares.
De gaita está llena la vida
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