Monday, March 26, 2007

MUJER DE OVEJAS, OBRERA DEL DESARROLLO (2003)

Alfredo Ricardo Guerrero

A mis viejas, Josefa Guerrero y Elvira Blanco Vanegas, obreras de la vida.


La estructura conceptual del termino cultura abarca todo el quehacer del ser humano, es por ello que se hace necesario abordar en el marco de la actividad promocional del Festival Nacional de Gaitas de Ovejas, algunos aspectos relacionados con el papel que ha jugado la mujer de Ovejas en el grado de desarrollo hasta ahora alcanzado en este municipio, epicentro cultural del cultivo de la dignidad humana en Colombia.

Haciendo un poco de relación literaria en sentido metafórico, la mujer Ovejera cumple en su encomioso, el liderazgo que ejerce la gaita hembra en el conjunto de gaitas; la primera desde que Ovejas, sistemáticamente abandonara el trabajo artesanal de la cual fue centro de importancia al igual que Morroa, San Jacinto y otros pueblos de los Montes de María con ascendencia étnica Zenú y optara por el cultivo y procesamiento del tabaco negro, ésta ha hecho el conteo inicial en el desarrollo de Ovejas a partir de las practicas y ensayos del grupo conformado por la familia. El grupo de gaita es eso, una familia que obra bajo la orientación melódica de “mamá gaita”. Cada una desde sus ámbitos, compendian la concepción del desarrollo con la reafirmación de la valoración de la tonalidad cultural que desde luego, circunscribe la fracción económica como uno de sus componentes fundamentales.

El desarrollo económico de estas zonas, y es reiterativo afirmarlo, está ligado estrechamente a las explotaciones agrícolas referenciadas muy particularmente por el cultivo del tabaco; con él a pesar de las contradicciones surgidas en su proceso de comercialización y en lo atinente a sus niveles de utilidad económica, muchas generaciones de Ovejeros hemos crecido y vivido bajo el influjo laboral de su aroma. La gran familia Ovejera siembra, procesa y es ardiente como las prensas de tabaco.

En cuanto a la mujer de este municipio ésta, al igual que la gaita hembra nunca ha estado sola en el concierto de la vida, sus ejercicios vitales en la cotidianidad siempre cobra el acompañamiento infaltable del macho. Con él construye la familia armoniosa en la melodía llamada sociedad.

Las mujeres de este aromado y lomado pueblo con el surgimiento de la industria del tabaco y su accionar dentro de ella, se manifiestan como un punto de vista de referencia histórico, social y económico en la lucha por alcanzar superiores niveles de vida, en un municipio donde también azotaban las barreras del desarrollo en Colombia como el machismo, el herodianismo, el paternalismo y otros vicios sociales, que ante todo castraban la participación activa de la mujer. Con el tabaco la mujer en Ovejas rompe gradualmente el sentido de la “dependencia”. Ya como generadora de ingresos, participa y se convierte en un miembro activo, con poder de decisión en el hogar y por ende en la sociedad su preocupación de mujer, de madre se muda de los simples comunes oficios domésticos a la de interesarse por la superación integral de la familia. Había asimilado el mensaje de la dignidad y la justicia social pretendiendo el reconocimiento de sus más elementales derechos.

En este proceso, como la gaita hembra, es acompañado por el hombre, obrero de Ovejas pues, en otrora la mujer obrera de este pedazo de Colombia con asiento laboral en las factorías de tabaco, ejercitaba su labor en condiciones infrahumanas. La continua exposición de su cuerpo a las altas temperaturas y emanaciones de nicotina y demás agentes contaminantes de las llamadas “prensas” en el proceso de fermentación, registraban y aún se suscita un deterioro paulatino de su estado físico. Hoy, cuando subsiste el desgaste, al menos laboran en condiciones más humanas anteriormente laboraban sentadas en el piso; actualmente utilizan mesones con sus respectivos asientos. En el pasado las obreras no contaban con un régimen asistencial y mucho menos prestacional que resarciera de alguna forma ese sacrificio corporal y porque no decirlo moral; ellas eran miradas con la óptica de la baja estratificación en esa pirámide que había construido la rancia casta social de la época. Estos solían lanzar en sentido peyorativo expresiones como “mujeres compañileras”, no valorando que sin la voluntad, la manualidad, la retentiva, la delicadeza femenina y maternal que requiere el manipuleo de las hojas del tabaco éstas podían generar las divisas que cada día engordaban sus arcas particulares.

Con el surgimiento de la organización sindical la mujer obrera de Ovejas cobra su verdadero valor social y entra a desvertebrar la opresión laboral de esa entonces. Viene el periodo de la concientización que la convida a compenetrarse en las diferentes luchas populares que se dan por alcanzar las reivindicaciones sociales. Lo mismo sucedió con la gaita después de ser maltratada por la penetración sistemática de los modelos culturales ajenos a nuestro entorno y de estar olvidada en los confines del anonimato, surge el Festival Nacional de Gaitas “Francisco Llirene”, implementando un plan organizativo que la ha llevado al reconocimiento y valoración mundial.

Después de irrumpir con su aliento calinturiento su paciencia pasmosa la tenacidad de su voluntad, en los proyectos de transformación social y del progreso de la familia, la mujer de Ovejas se ha convertido en un ejemplo en el rompimiento de las talanqueras del inconformismo; forja las aspiraciones por superarse hoy se capacita, participa de la política, hoy son lideres, administradoras. Hoy son las grandes impulsoras de que sus hijos estudien y contribuyan a la construcción de una nueva sociedad.

La mujer de este pedazo de mundo, sede permanente del Festival de Gaitas y fuente de cantos ancestrales, sin hacer predicas elocuentes de liberación femenina asumieron el rol de ser parte fundamental del sostén económico y moral de la familia, incursionando en la dinámica social, política y económica que se plantea en las tesis sociológicas erigidas en los principios de una sociedad justa, igualitaria y de equidad participativa. La mujer de Ovejas es pujante y luchadora, alegre y festiva de temperamento amable, franco y sincero.

El trabajo de la mujer Ovejera es periódico, discontinuo, diferente de aquellas que se dedican a otras labores de allí la obligación que tenemos los Ovejeros de buscar mejores perspectivas que permitan a nuestras mujeres proyectarse en forma organizada hacia la conquista de una economía solidaria sostenible para que sigan cumpliendo con la misión sagrada de fraguar un futuro más promisorio. La mujer por naturaleza es creativa, es firme, persistente y merece que se le agranden los espacios que persiguen dignificar la vida de la humanidad. Por su sensibilidad la mujer de acuerdo a las actuales circunstancias vivenciales resulta más atinada en la tarea de conducir a la sociedad.

La gaita hembra es una mujer con aroma de cardón en flor; la mujer de Ovejas es una gaita esculpida en poemas de amor…

“Culminada la dura faena
Mujer no te pido el canto de la soledad
Quiero posarme en tu encanto
Sin dolor en llanto por tu bondad
Calles clamando al cielo aromada por sudores
La historia en sus ardores reclama tus amores
Mujer tabacalera hoy me recuerdas a mi madre
Mi vieja Compañilera”