GAITA DE SIEMPRE PARA UN NUEVO MILENIO (2001)
Pbro. Laureano Ordosgoitia G.
Porque ella es de antaño, porque así son las cosas cuando son del alma diría el poeta. Desde siempre ha sido un canto del alma y el alma de un canto. Con ella nuestros ancestros se expresaron en el dolor, en el llanto, en la pena, la ilusión, la esperanza, la cosecha y el hambre, en la vida y en la muerte, voz de gaita, voz de siempre, voz del alma. Hoy con ella decimos todo y todos ganamos.
Va con nosotros en el tiempo sin que el tiempo la marchite, pero va muy triste porque le han dado en sus paisanos y en sus paisajes y porque la han confundido con artefactos como si la hembra y el macho se pelearan como fusiles o el llamador una tanqueta y las maracas granadas y así no es. Gaita es alma, gaitas es gaitas, en ella están fincadas esperanzas de nuevo amanecer, por eso siempre se canta y encanta, se volvió tempranera y tímida porque aquellas noches de gaita que daban paso a la paz, se cambiaron por puertas cerradas y caminos solitarios según ordenes mayores.
No queremos gaita en extinción sino en extensión que por doquier sea gaita, que pulule como el pulular de las estrellas que iluminan el firmamento a la luz de las mismas y al son de las gaitas. Los llantos de los caminos, de los pueblos y veredas, se cambiaron por gaitas sonoras que dan vida y convidan al amor que todo lo puede.
Ha de estar en todas partes porque todas las partes requieren de ella y no se podrá negar, sacará vida de las cenizas y revestirá de carne los huesos como en la narración bíblica, pues gaita que se respete abunda en generosidad hasta hacer el llanto alegría y de la desolación festiva compañía.
La pitahaya y los cardonales ondean de gozo presagiando gaitas como enjambres de estrellas cual pabellón izado indicando el canto de su corazón. No morirá jamás porque está en los niños, en los hombres y en el festival, camina con todos y su tarea es el tiempo, el milenio y la eternidad.
Nos unge a todos con su enjundia de alegría y felicidad porque eso es ella y nadie da de lo que no tiene. En ella se encuentran los amigos, los compadres, los paisanos, los hermanos, los acuerdos y desacuerdos, los recuerdos y las penas de quienes no han podido volver como si se les hubiese prohibido la alegría.
Pero esto no porque el mundo no se atreve a imaginarse por un instante como sería sin gaita. Sería Ovejas sin lomas, las aves sin alas, los niños sin llanto, los hombres y mujeres son amor, los hijos de Dios sin plegaria.
He aquí la gaita de siempre para un nuevo milenio porque así son las cosas cuando son del alma, son de Ovejas, son de gaita.
Porque ella es de antaño, porque así son las cosas cuando son del alma diría el poeta. Desde siempre ha sido un canto del alma y el alma de un canto. Con ella nuestros ancestros se expresaron en el dolor, en el llanto, en la pena, la ilusión, la esperanza, la cosecha y el hambre, en la vida y en la muerte, voz de gaita, voz de siempre, voz del alma. Hoy con ella decimos todo y todos ganamos.
Va con nosotros en el tiempo sin que el tiempo la marchite, pero va muy triste porque le han dado en sus paisanos y en sus paisajes y porque la han confundido con artefactos como si la hembra y el macho se pelearan como fusiles o el llamador una tanqueta y las maracas granadas y así no es. Gaita es alma, gaitas es gaitas, en ella están fincadas esperanzas de nuevo amanecer, por eso siempre se canta y encanta, se volvió tempranera y tímida porque aquellas noches de gaita que daban paso a la paz, se cambiaron por puertas cerradas y caminos solitarios según ordenes mayores.
No queremos gaita en extinción sino en extensión que por doquier sea gaita, que pulule como el pulular de las estrellas que iluminan el firmamento a la luz de las mismas y al son de las gaitas. Los llantos de los caminos, de los pueblos y veredas, se cambiaron por gaitas sonoras que dan vida y convidan al amor que todo lo puede.
Ha de estar en todas partes porque todas las partes requieren de ella y no se podrá negar, sacará vida de las cenizas y revestirá de carne los huesos como en la narración bíblica, pues gaita que se respete abunda en generosidad hasta hacer el llanto alegría y de la desolación festiva compañía.
La pitahaya y los cardonales ondean de gozo presagiando gaitas como enjambres de estrellas cual pabellón izado indicando el canto de su corazón. No morirá jamás porque está en los niños, en los hombres y en el festival, camina con todos y su tarea es el tiempo, el milenio y la eternidad.
Nos unge a todos con su enjundia de alegría y felicidad porque eso es ella y nadie da de lo que no tiene. En ella se encuentran los amigos, los compadres, los paisanos, los hermanos, los acuerdos y desacuerdos, los recuerdos y las penas de quienes no han podido volver como si se les hubiese prohibido la alegría.
Pero esto no porque el mundo no se atreve a imaginarse por un instante como sería sin gaita. Sería Ovejas sin lomas, las aves sin alas, los niños sin llanto, los hombres y mujeres son amor, los hijos de Dios sin plegaria.
He aquí la gaita de siempre para un nuevo milenio porque así son las cosas cuando son del alma, son de Ovejas, son de gaita.
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