EDITORIAL (1997)
“Bienvenido el Festival Nacional de la Paz”
Que mejor momento para escuchar de nuevo el sonido melodioso de las gaitas, que en la época más alegre del año, diciembre. Doble celebración viviremos los ovejeros quienes guardamos todas nuestras energías para este mes, cuando la cosecha del tabaco ha llegado a todo su esplendor y las obreras y obreros de las “compañías” arropan con su fuerte aroma las bridas frescas y solariegas de diciembre.
Doble dicha que nos asiste al volver a tener entre nosotros a los viejos campesinos que con sus encallecidas manos sacan de la vida el mejor de sus momentos para entregárselo a la eternidad de la alegría a través de una gaita que canta y gime la soledad, al tiempo que goza y vive con la esperanza.
Nadie puede decir que no es la mejor apertura al diálogo que tanto hemos buscado, acaso la armonía de los tambores acompasados con los gritos de una gaita no son el mejor ejemplo de diálogo entre el corazón y la tierra que le sostiene?, acaso el sudor que corre y lubrica las caderas de una pareja de bailadores mientras son presas del embrujo divino del deleite, no es el mejor diálogo entre un hombre y una mujer que se quieren hasta la eternidad… acaso los rostros de miles y miles de ovejeros, de forasteros, de invitados de aparecidos y desplazados de la alegría no son el mejor motivo para edificar de una vez por todas los cimientos de la paz en nuestras vidas?
El Festival Nacional de Gaitas, es por extensión y por querer de sus amantes el Festival de la Paz, porque la paz no debe ser sino música, alegría, jolgorio, sonrisa de niños, caderas al viento, cantos a la naturaleza, diálogo de la tierra con el hombre, diálogo del hombre con sus orígenes, diálogo de hermanos en defensa de sus hermanos.
Si es así, como en efecto lo va a ser, bienvenido en cualquier época el Festival de Gaitas, que todo se lo debe a la paz y al entusiasmo con que año tras año, mes a mes, minuto a minuto se ha venido realizando por querer de abnegados ovejeros que sólo ven en él la libertad de los espíritus al compás de las melodías… si es para la Paz, como siempre lo ha sido, bienvenido nuevamente en diciembre, ¡El Festival nacional de la Paz!
Que mejor momento para escuchar de nuevo el sonido melodioso de las gaitas, que en la época más alegre del año, diciembre. Doble celebración viviremos los ovejeros quienes guardamos todas nuestras energías para este mes, cuando la cosecha del tabaco ha llegado a todo su esplendor y las obreras y obreros de las “compañías” arropan con su fuerte aroma las bridas frescas y solariegas de diciembre.
Doble dicha que nos asiste al volver a tener entre nosotros a los viejos campesinos que con sus encallecidas manos sacan de la vida el mejor de sus momentos para entregárselo a la eternidad de la alegría a través de una gaita que canta y gime la soledad, al tiempo que goza y vive con la esperanza.
Nadie puede decir que no es la mejor apertura al diálogo que tanto hemos buscado, acaso la armonía de los tambores acompasados con los gritos de una gaita no son el mejor ejemplo de diálogo entre el corazón y la tierra que le sostiene?, acaso el sudor que corre y lubrica las caderas de una pareja de bailadores mientras son presas del embrujo divino del deleite, no es el mejor diálogo entre un hombre y una mujer que se quieren hasta la eternidad… acaso los rostros de miles y miles de ovejeros, de forasteros, de invitados de aparecidos y desplazados de la alegría no son el mejor motivo para edificar de una vez por todas los cimientos de la paz en nuestras vidas?
El Festival Nacional de Gaitas, es por extensión y por querer de sus amantes el Festival de la Paz, porque la paz no debe ser sino música, alegría, jolgorio, sonrisa de niños, caderas al viento, cantos a la naturaleza, diálogo de la tierra con el hombre, diálogo del hombre con sus orígenes, diálogo de hermanos en defensa de sus hermanos.
Si es así, como en efecto lo va a ser, bienvenido en cualquier época el Festival de Gaitas, que todo se lo debe a la paz y al entusiasmo con que año tras año, mes a mes, minuto a minuto se ha venido realizando por querer de abnegados ovejeros que sólo ven en él la libertad de los espíritus al compás de las melodías… si es para la Paz, como siempre lo ha sido, bienvenido nuevamente en diciembre, ¡El Festival nacional de la Paz!
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