Sunday, August 19, 2007

GAITA (1997)

Por: José Luís Rolón Álvarez



Al inspirarse la Madre Naturaleza, para conjugar la belleza de los sonidos y crear las melodías, no tuvo que hacer un gran esfuerzo porque de la maraña de los bosques surgió un cardón ansioso de juntarse con la cera que resulta del laborioso vivir de las abejas y con la pluma del ave palmípeda de danzante caminar para forjar de forma sencilla un instrumento que con sus notas habría de convertirse en algo sobrenatural por sus dotes y por la dimensión musical que logró al convertirse en la madre de todos los aires de la tierra caribeña, que no así del litoral colombiano, exclusivamente porque el instrumento nativo contó por razones elementales desde el punto de vista histórico, con el aporte africano que le permitió empalmar los instantes de religiosidad propia de su nacimiento, con la cadencia sonora de los cueros para que hoy se le reconozcan ribetes de grandeza tal que hasta los europeos sueñan con escuchar el lamento especial de la Chuana.

Conocer sus orígenes, escuchar, disfrutar y bailar al sonar cadencioso de las gaitas es un placer que fácilmente se logra en las esquinas de mi pueblo el que parece haber sido plasmado por la mano de un dios de la Mitología Zenú, en las laderas de los cerros que forman el corazón de los Montes de María del Departamento de Sucre… en honor a la verdad, caminar por las calles de Ovejas es un gratificante placer donde el espíritu musical de Pacho Llirene jugueteando con su tambor alegre al compás de las sabias notas nacidas de la gaita de Cayetano y de Modesto, sabrá llevarlo de la mano a través de una historia sencilla y sin pretensiones en la que se respira la cultura raizal de los pueblos indígenas conjugada con el arte, lo ancestral, lo religioso y lo cotidiano. Al hacerlo podrá evocar de manera inconsciente el andamiaje de notas y de cantos que cada año se entrelazan con las décimas y los cuentos de maestros de la inspiración mítica gaitera para trascender con su amalgama de pulcritud folclórica, allende fronteras, como el único testimonio viviente de la grandeza vernácula de las gaitas que se magnifica en el más puro de todos los festivales… el Festival Nacional de Gaitas “Francisco Llirene”.

Son cuatro días donde se reencuentran los ovejeros con amigos, parientes, amigos de parientes y con todos los que tengan la oportunidad de robarle tiempo a la ocupación para llegar al templo de la Diosa Gaita, la plaza 4 de Octubre de Ovejas… porque en mi pueblo se le rinde culto musical al más hermoso componente histórico de los pueblos sabaneros, el Estoicismo de nuestra orgullosa Estirpe Indígena. Es un instante que dura muy poco pero que una vez termina, te deja prendida la llama del próximo encuentro ya que seguramente la volverás a escarpar para llegar a esta tierra donde la frontera de lo imaginario se pierde en los sones, porros, cumbias y gaitas que mecen tus sueños desde la tarima inmortal del viejo Llirene donde se aprecia en un baile desenfrenado, las almas de los viejos maestros que curtidos por el tiempo no pierden la oportunidad de seguir viviendo en la retina de los amantes de este folclor cada vez que en Ovejas suenan las gaitas y tambores.