LOS FESTIVALES Y SU ESPECTRO CULTURAL (1996)
Por Jorge Martínez Paternina
Con gran acierto y tenacidad, el pueblo ovejero ha logrado durante estos doce años cimentar nacionalmente uno de los eventos de mayor raigambre popular de los que se dan en nuestro territorio. Puedo dar fe de la gran quijotada de quienes emprendieron con valor y gallardía esta altruista propósito de rescatar y proyectar para siempre el folclor de las gaitas, lográndose hasta este momento importantes avances fácilmente demostrables que hoy deben ser motivo de orgullo de todo aquel que se sienta de estirpe Zenú.
Desde diferentes perspectivas podemos señalar que la organización del Festival cuenta en su haber con muchos logros u objetivos, que reseñamos así:
1. Dimensionamiento del folclor de las gaitas.
2. Alto nivel de convocatoria, participación y concurrencia al evento.
3. Multiplicación de eventos de gaitas en toda la región Caribe, derivados de Ovejas.
4. Mayor valoración para el exponente de esta música vernácula.
5. Estímulo a la investigación de los valores raizales de esta expresión musical y todo su ancestro indígena.
6. Consolidación de escuelas de gaitas.
7. Interés de los medios de comunicación radial, de la prensa y la televisión nacional por la divulgación del evento.
8. Compromiso del gobierno local y del pueblo ovejero con el festival.
9. Proyección e identidad nacional de la gaita.
10. Mayor aceptabilidad social de la música, diversificación de sus exponentes y factor especial en la generación de la nueva música fusión.
La música de gaitas, estigmatizada, circunscrita anteriormente a la clase campesina neta, es más, casi destinada a personas de la tercera edad, ha tenido en corto tiempo un relumbrante renacer. Doce años atrás jamás se veía un joven o un niño o menos a una mujer ejecutando con dulzura en un parque o cualquier otro escenario una gaita. Hoy casi todas las universidades colombianas, las escuelas de sociología y antropología tiene los ojos puestos en este folclor que brota de estos rústicos instrumentos de pitahaya y cabeza de cera, incluso ya en el seno de estos festivales se observan claramente dos tendencias de gaitas: la clásica, sentimental, de arraigo campesino y la escuela vanguardista, más melodiosa, altisonante y más definida rítmicamente, ejemplariza las nuevas agrupaciones creadas a la sazón de estos festivales y el ímpetu de estos nacientes grupos universitarios.
A pesar de ser San Jacinto la cuna majestuosa del grupo gaitero más creativo y de mayor relevancia en el continente americano, por su valiosa obra folclórica, vivenciada en hombres empíricos, como Toño Fernández, los hermanos Lara, Catalino Parra y Juan Chuchita. Este poblado de artesanos alzado en los Montes de María flaqueó en la perseverancia por mantener altiva y vigorosa esta expresión musical de las gaitas, que en su seno anida rituales de esta etnia Zenú y configura una de las manifestaciones musicales más sublimes y sensibles que elevan el alma y el espíritu del hombre de este pedazo de tierra que acordonan estos hermosos Montes de María y valles de las sabanas.
Ovejas, importante centro tabacalero por excelencia, con su microeconomía agrícola, ha sido además escenario singular de este proceso violento que desde hace rato está golpeando a nuestra patria; es centro de convocatoria para diálogos de reconciliación y paz. A pesar de todos estos tormentosos años y sucesos, la fortaleza de sus gentes, su espíritu alegre y pacífico han hecho posible, con mucha fundamentación y tenacidad, la cristalización de su proyecto folclórico. Lógico es pensar que por la falta de apoyo económico e institucional y un mayor compromiso regional y nacional, no se puedan cumplir ciertos compromisos trazados y que son sumus y razón filosófica de ser de un evento de la magnitud de éste, como son:
1. Mejores condiciones socio-económicas para los músicos y creadores de este folclor.
2. Brindarles algún tipo de seguridad social a estos trabajadores del folclor de la gaita.
3. Edición y publicación de las obras inéditas que anualmente se producen en torno a este evento.
4. Lograr una mayor divulgación de esta música a través de la radio y la televisión.
5. Promover y difundir mayormente la capacitación permanente de las escuelas de gaita y danza.
6. Incluir en los planes educativos la enseñanza y el conocimiento de nuestros valores y la música vernácula propia.
7. Mejorar los niveles de divulgación y comercialización de la música de gaitas.
8. Crear asociaciones permanentes en todo el territorio, que propendan por la defensa y divulgación del folclor de las gaitas.
9. Construcción de la ciudadela de la Gaita, que incluya escenario natural, oficinas, auditorios, salas de exposiciones, salas de prensa, museos y centros de información bibliográfica.
A pesar de existir en documentos tan sagrados como nuestra Constitución, que en el papel reconoció y le dio pluma en su articulado al sector de la cultura, permitiendo una nueva legislación cultural, aperturista, participativa y descentralizada, todavía cinco años después de la promulgación de la nueva carta, su desarrollo legislativo no logra aún tocar las fibras de las organizaciones de estos eventos culturales y folclóricos, que en toda la geografía colombiana se dan. Los Consejo Departamentales de Cultura que deben diseñar las políticas culturales de estos entes territoriales, no han podido armonizar todo ese cúmulo de eventos que brotan de los distintos municipios sucreños, y que muchas veces no se sabe qué razones u objetivos argumentan para su realización. En este sentido la falta de una coherente y dirigida acción cultural ha planteado una disputa sobre la identidad exclusiva del hombre sucreño. Dentro de la escala de valores de la cultura y el folclor de esta tierra, para unos de lo es la corraleja, para otros el porro, para muchos el acordeón, otros enaltecen el pito atravesao, la banda, el fandango, el sombrero vueltito, la cumbia. Por supuesto para los Ovejeros será la música de gaitas el valor intrínseco de nuestra identidad. Llamo la atención sobre el tópico expuesto con mis reflexiones, queriendo abrir un debate sano y creativo que nos conduzca a sensibilizar a nuestros gobernantes especialmente, y a todos los actores de la cultura en Sucre, para tomar este asunto en serio, con compromiso y responsabilidad.
En el miniforo del pasado Encuentro Nacional de Bandas de Sincelejo, surgieron las mismas inquietudes que secularmente se viene planteando todos los años en todas las tertulias y reuniones folclóricas que se dan alrededor de los festivales que en Sucre se organizan, siendo casi comunes para todos. Por ello con esos referentes he querido plasmar aquí algunas propuestas concretas, pensando en el bien supremo de estos eventos, aspirando sean discutidas y afinadas por todos los gestores culturales a quienes convoquen estas inquietudes, y luego proyectarlas en el escenario u organismo gubernamental que pueda permitir su acogida y practicabilidad.
1. Retomo la propuesta que a varios gobernantes sucreños, al igual que a la honorable Asamblea de Sucre les he presentado, en el sentido de crear el Instituto Departamental de Cultura, y Turismo, como ente ejecutor de todas las políticas que debe trazar el Consejo Departamental de Cultura, y que además regule una serie de entes culturales que hoy laboran dispersos, sin un órgano regentor.
2. Inventario de los festivales y encuentros que se dan en sucre, elaboración de un calendario de eventos, regido por un ordenamiento establecido en el plan departamental de cultura y turismo. Además reglamentar dichos eventos para efectos de ser incluidos dentro de los planes de apoyo económico institucional.
3. Crear la Asociación de Festivales y Encuentros del Departamento de Sucre, con el propósito de realizar un trabajo cohesionado en torno al desarrollo cultural y folclórico del departamento, y de esta manera lograr mejores espacios de participación en el concierto nacional.
4. Buscar dinamizar y armonizar más la acción del Consejo Departamental de Cultura, los Consejo Municipales de Cultura y el Fondo Mixto de Promoción de Cultura y Artes de Sucre con estos eventos.
5. Construir los archivos y las memorias de todos los festivales y encuentros que se dan en Sucre, para que sirvan de centros de información y divulgación permanente, apoyen la investigación y la elaboración de proyectos culturales de gestión.
6. En lo nacional propongo, dentro del Proyecto que concibe el Ministerio de Cultura, la creación de un viceministerio o división especial para atender lo relacionado con los festivales, encuentros culturales y folclóricos, y los músicos en particular.
7. Proponer a la Comisión de Seguridad Social del Congreso de la República de Colombia la elaboración de un proyecto de ley que permita en el marco de la Ley 100, el acceso de músicos y artistas al Régimen Subsidiado, mediante alguna acreditación especial.
8. Creación por parte del Estado de la Editora Fonográfica Nacional, encargada de grabar todos los certámenes musicales que se dan en Colombia anualmente, y que su comercialización se haga a través de una cooperativa nacional de músicos, que sea organizada directamente por DANCOOP en todo el país, y que los ingresos por ventas sean destinados a la creación del fondo Nacional de Solidaridad Social del Músico.
9. Crear las Asociaciones Sub-Regionales de Festivales y una Organización nacional, en nuestro caso la Asociación Caribe, con el objetivo de lograr mejores niveles de apoyo institucional, librar acciones conjuntas por el rescate y difusión de nuestro folclor y hacer reconocimiento a los grandes talentos, productores de obras musicales que enriquecen el pentagrama nacional.
10. Edición de documentos informativos oficiales donde se plasme y se divulgue toda la acción referente a los ditintos eventos nacionales, se resalte la galería de compositores y músicos de Colombia, literatura musical y todos los aspectos relevantes de nuestro folclor nacional.
Con la esperanza ferviente de obtener algunas conquistas para este gran sector de colombianos que se han constituido través de la historia en generadores de alegría, convivencia y de paz con sus cantos sublimes y la fuerza imbatible de su musa, he querido hacer este sencillo aporte, que no es el sentir caprichoso de jorge Martínez, sino el producto analítico del trasegar durante largos días y noches por los escenarios donde se destila la cruda realidad de unas gentes que, bloqueadas en su alma por ese sentimiento musical, viven esperanzados en que algún día les llegará hora del reconocimiento a su trabajo creativo, que los ha impulsado con orgullo a ser lo que han sido por siempre: músicos, sólo músicos.
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