Thursday, July 26, 2007

LA IRREAL DOÑA MATÍAS GONZÁLEZ DE BARLANOVA Y GALÁPAGO (1999)

Manuel Huertas Vergara


Produce misterio y fascinamiento la imagen lejana en el tiempo de mujeres de leyenda como doña Micaela de Lanz y Rocha y como la “emputada” Doña María Isabel de Madarriaga de Fernández y Garandilla llamada cariñosamente “La Marquesita” del San Jorge, que para acrecentar su hacienda, pateaba un binde y salía una vaca negra berreando por los playones, ambas dueñas que fueron del hato mayor de San Marcos del Carate. Igual, la casi maga doña Rita de Liñan, “La Marquesita de la Sierpe que conocía el secreto de la vida y de la muerte a quien García Márquez, eternizó en su primer cuento oído en su padre sinciano Don Eligio, matrona que resultó ser la misma “Mamá Grande” de Sucre, Sucre, tía del Dr Turizo de majagual, el médico de Macondo que estudió en Francia y ejerció en San Marcos hacia 1.985.

En la sabana esteparia se oye de la embrujada “Marquesita” de El Roble, la de valdehoyos nada menos, en cuyas tierras que cercaba con soga y chocorrón piñero, había enterrado al pie de la “Piedra de Padilla” (del conquistador encomendero Don Alonso) el Sol de Oro del cacique Tacasuán custodiado por un toro negro que echaba chispas de candela por los ojos y los cascos cuando escarbaba.

A estas damas españolas y criollas, enigmáticas casi irreales en la oralidad y que documento en mano han resultado de carne y hueso, se le suma en la sabana alta de los Montes de María la no menos fascinante Doña Matías González de Barlanova y Galápago, nieta del capitán de Castilla Don Juan González de sierra y Urda, fundador del hato de corozal de Pileta hacia 1700, hija del capitán criollo sabanero Don Juan González de Sierra y Rico cuya cuna disputan Pileta, Sincé y la villa de San Benito de Tacasuán por ser nada menos que “El diligenciador del orden” que propuso y planteó el ordenamiento de los pueblos de sabanas, misión que en la década de 1.700 cumplió el capitán de ingenieros Don Antonio de la Torre y Miranda gallego de origen; incluyendo la repoblación de San Francisco de Ovejas, donde otro gallego Don Amaro Barreto de la Sofía, casado con Doña Rosalía de Barreto, de quienes viene el autor por la línea materna, criaba chivos y ovejas desde “Galápagos al arroyo Ovejitas”, mayordomo de los indios del encomendero licenciado don Matías de Barlanova y galápago gallego también, a quien el cabildo de Tolú hacia 1730 había dado merced de 33 caballerías de tierras en Oveja, donde instaló el “Hato de Galápagos”, el tío abuelo de nuestra Doña Matías González de Barlanova y Galápago, quien heredó las 33 caballerías o sea 13.949 hectáreas, casi el 30% de las 49.340 hectáreas del hoy municipio así como la encomienda de indias no sabemos como ni porque pues para 1790 cuando ella tendría 20 años el régimen de encomienda estaba abolido hacia 145 años.

Lo cierto es que Doña Matías y ahora viene la leyenda se dice fue una mujer de temple, bella, altiva y dominante que castigaba con su propia mano ya en un cepo terrorífico sobre su caballo porque era toda una amazonas, el indio rebelde sobre todo si cometía incesto, pecado que había entre su indiada y que ella no terminaba cortándole además los cabellos lo cual era dura vejación para el indio Cenzenú, en el Ovejas de ese tiempo nebuloso donde Doña Matías látigo en mano se paseaba sobre la cresta de los cerros oteando sus propiedades como temido fantasmas que vivió más de 100 años, tuvo muchísimos hijos o incontables nietos, cuya sangre corre por las venas de casi todo ovejero.

Pero resulta que Doña Matías, la memoria oral no la fantaseó tanto pues en verdad siendo nacida hacia 1770, fuese en Tolú, Corozal o Piletas, estaba vivita y coleando una década después de las últimas manumiciones de esclavos, hacia 1860 cuando ya había conocido muchísimos nietos, Doña Matías González de Barlanova y Galápago de Buelvas, los escribanos antirrealistas de la vida republicana le redujeron sus abolengos simplemente doña Matías González de Buelvas por su esposo Lucas Buelvas, que era ya criollo sincelejano al parecer, pues Sincelejo es en la sabana el solar de este apellido que dejó el peninsular don Tomás Buelvas y sus hijos entre ellos: José, Juan Luís, casado con Catalina Albis y Antonio Buelvas, esposo de Rosa Herazo, con 5 hijos en 1770.

Un solo documento señala a Doña Matías los siguientes hijos: Federico, Aristides y Lucas, ya difuntos en 1876, cuando era presidente del Concejo y Notario del Distrito de Ovejas el corozalero Don Senén Hernández. Además Miguel del Cristo, y José Ángel González Buelvas que vendió tres caballerías al sinceano Enrique Iriarte, sucedió que de la Torre y Miranda, al refundar Caracol hoy corregimiento de Toluviejo, dejó como cabo de justicia al también gallego Francisco Taboada, cuyo hijo el subteniente Francisco Gil Taboada de la Octava Compañía de Fusileros con 100 hombres comandados por el capitán Don Antonio Bravo, acantonados en la Villa San Benito Abad, se residencia en Corozal donde un hijo suyo se casa con una hija de doña Matías, teniendo los siguientes hijos: Enrique Taboada Buelvas que acuñó moneda asendal en Corozal de 1860, Teresa, casada con el sinceano Francisco García Gómez; Jesús, Dionisia, Francisca y el menor Restituto Taboada Buelvas; siendo que viceversa una hija del subteniente Francisco Gil Taboada se casa con un hijo de Doña Matías y tiene estos hijos: Catalina, casada con Francisco Mendoza, de Corozal; Rosa, esposa en Enrique Iriarte y los varones Federico, José Ángel, Aristides, Lucas y Eugenio, que vende en 1874, una y media de las tres caballerías que heredó de su abuelo Roberto Baloco, siendo testigos Manuel Antonio Mendoza y Gabriel bolívar, quien debió ser el abuelo de mi buen amigo Rafael Ovalle Bolívar, cuya cierta mirada y entradas en la frente, tiene rasgos parecidos al libertador Bolívar, de quien le hubiera valido pasar por Ovejas en ese entonces para que prohibiera y desenredara la madeja sanguínea de la Gonzalera con la Taboadera y la Buelvera con la Mendozera y la de todas estas familias con las más notables de sabanas.

Sincelejo, tres de la mañana, 1º de Octubre de 1998.