EDITORIAL (1996)
Por Ingrid Severiche
Desde ya cuando todavía faltan semanas, días, horas, minutos y segundos para dar inicio a una versión más del Festival nacional de Gaitas “Francisco Llirene”, edición Toño Cabrera, a partir del 11 de Octubre, el pueblo ovejero alista todos los preparativos para esperar las melodías y mensajes de los gaiteros, una vez más éstos se hagan presentes en la tarima central.
Es como un sueño. Es una realidad fantástica que cabalga en un legendario potro adornado de jolgorio, bailando entretenidamente por toda la paradisíaca región de los Montes de María.
La naturaleza, la misma dama de las tonalidades verdes, ha comenzado a reverdecer, pero mucho más allá del verde natural.
Debe ser como especie de pasión indescriptible que se ha instalado en toda su enorme geografía cada vez que se escucha un aire melódico que se desprende de una popular gaita, un instrumento que desde muchos años logró convertirse en leyenda y luego en himno por el mensaje sui géneris que le dieron sus principales exponentes.
El calendario avanza inexorablemente y la fecha se acerca con mucha devoción y locura. Es un frenesí que resbala en todas las direcciones.
Un día de estos y de pronto en la versión XII del Festival Nacional de Gaitas, nuevamente los pajaritos de colores ingresarán hasta la euforia colectiva del evento para demostrar su alta dosis de afición por la singular gaita.
Seguramente será una fiesta que quedará registrada en la memoria de los asistentes, no tanto por el espectáculo sino por la misma calidad de invitados como el dios Apolo y la musa Euterpe, que otra vez han reservado balcón, pero para laborar como jurados. Ojalá el aroma de las matas de tabaco sea el imán para atraer espectadores de toda Colombia, para que asistan en masa a la población de Ovejas, en del departamento de Sucre, una tierra de gente trabajadora, pujante, honesta, creativa, y que respira, sobre todo, alientos de paz en todo su ámbito.
¡Te Esperamos…!
Desde ya cuando todavía faltan semanas, días, horas, minutos y segundos para dar inicio a una versión más del Festival nacional de Gaitas “Francisco Llirene”, edición Toño Cabrera, a partir del 11 de Octubre, el pueblo ovejero alista todos los preparativos para esperar las melodías y mensajes de los gaiteros, una vez más éstos se hagan presentes en la tarima central.
Es como un sueño. Es una realidad fantástica que cabalga en un legendario potro adornado de jolgorio, bailando entretenidamente por toda la paradisíaca región de los Montes de María.
La naturaleza, la misma dama de las tonalidades verdes, ha comenzado a reverdecer, pero mucho más allá del verde natural.
Debe ser como especie de pasión indescriptible que se ha instalado en toda su enorme geografía cada vez que se escucha un aire melódico que se desprende de una popular gaita, un instrumento que desde muchos años logró convertirse en leyenda y luego en himno por el mensaje sui géneris que le dieron sus principales exponentes.
El calendario avanza inexorablemente y la fecha se acerca con mucha devoción y locura. Es un frenesí que resbala en todas las direcciones.
Un día de estos y de pronto en la versión XII del Festival Nacional de Gaitas, nuevamente los pajaritos de colores ingresarán hasta la euforia colectiva del evento para demostrar su alta dosis de afición por la singular gaita.
Seguramente será una fiesta que quedará registrada en la memoria de los asistentes, no tanto por el espectáculo sino por la misma calidad de invitados como el dios Apolo y la musa Euterpe, que otra vez han reservado balcón, pero para laborar como jurados. Ojalá el aroma de las matas de tabaco sea el imán para atraer espectadores de toda Colombia, para que asistan en masa a la población de Ovejas, en del departamento de Sucre, una tierra de gente trabajadora, pujante, honesta, creativa, y que respira, sobre todo, alientos de paz en todo su ámbito.
¡Te Esperamos…!
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