LA TOLERANCIA FUNDAMENTA LA CONVIVENCIA (1996)
Por Regina Alfaro Teherán
La tolerancia es una cualidad cívica muy importante, que en una sociedad democrática se hace cada vez más necesaria.
Ser tolerante significa saber respetar todas las actitudes, las ideas y los programas que intenta construir el bien común. En el campo político, “tolerancia” quiere decir auténtico espíritu democrático.
Un hombre tolerante admite de buen grado el pluralismo confesional y desea que sea siempre respetado el principio fundamental de la libertad, que consiste en que nadie sea coaccionado, pero que toda persona puede creer.
Lo contrario de la tolerancia es la intransigencia.
Un intransigente es una persona herméticamente cerrada en sus razonamientos y a veces en sus prejuicios, que piensa poseer en exclusiva la verdad y por eso se la impone a todos.
Estas manifestaciones de tolerancia e intransigencia, pueden tener multiplicidad de matices, que es preciso conocer ya que a diario se manifiestan en la vida ordinaria y es preciso abordarlas, no para aceptarlas, sino para ayudar a tomar nuevos comportamientos más humanos, más cristianos.
La tolerancia admite y quiere positivamente la diversidad; la intransigencia impone la uniformidad. La tolerancia hace lo que puede en todo momento; la intransigencia se aferra al principio de “todo o nada”.
La tolerancia sabe perder; la intransigencia hace de la derrota una tragedia.
La tolerancia admite la crítica; la intransigencia piensa que toda época pasada fue mejor.
La tolerancia busca la verdad con los otros; la intransigencia piensa poseer la verdad son los otros.
La tolerancia emplea como instrumento el diálogo abierto con todos; la intransigencia se cierra dentro del monólogo o dentro del diálogo interesado de los que piensan igual.
La tolerancia posibilita la convivencia pacifica; la intransigencia se opone a ella, difícilmente ayuda a sentirse bien a todos, trabajando por un bien común.
La tolerancia quiere la paz, la fundamenta en la justicia y en la verdad; la intransigencia fomenta la guerra, porque cree que sus argumentos son válidos y que pueden imponerse por la fuerza de la violencia verbal o de las armas.
La tolerancia tiene como evangelio la Declaración Universal de los Derechos Humanos; la intransigencia se rige aún por la Ley del Talión.
La tolerancia se mueve elegantemente en un contorno pluralista; la intransigencia prefiere el ámbito sectario y dogmático.
La tolerancia es acogedora; la intransigencia rechaza a todos los que no comulgan con sus ideas.
La tolerancia adopta una respetuosa postura crítica ante el pasado y está abierta a todas las realidades presentes y futuras; la intransigencia canoniza su pasado y se cierra ante las realidades actuales y ante las líneas de futuro que no coincidan con sus puntos de vista.
Reflexionemos todos juntos para así apoyar a quienes nos ayudan a crecer, a armonizar criterios para vivir mejor.
La tolerancia es una cualidad cívica muy importante, que en una sociedad democrática se hace cada vez más necesaria.
Ser tolerante significa saber respetar todas las actitudes, las ideas y los programas que intenta construir el bien común. En el campo político, “tolerancia” quiere decir auténtico espíritu democrático.
Un hombre tolerante admite de buen grado el pluralismo confesional y desea que sea siempre respetado el principio fundamental de la libertad, que consiste en que nadie sea coaccionado, pero que toda persona puede creer.
Lo contrario de la tolerancia es la intransigencia.
Un intransigente es una persona herméticamente cerrada en sus razonamientos y a veces en sus prejuicios, que piensa poseer en exclusiva la verdad y por eso se la impone a todos.
Estas manifestaciones de tolerancia e intransigencia, pueden tener multiplicidad de matices, que es preciso conocer ya que a diario se manifiestan en la vida ordinaria y es preciso abordarlas, no para aceptarlas, sino para ayudar a tomar nuevos comportamientos más humanos, más cristianos.
La tolerancia admite y quiere positivamente la diversidad; la intransigencia impone la uniformidad. La tolerancia hace lo que puede en todo momento; la intransigencia se aferra al principio de “todo o nada”.
La tolerancia sabe perder; la intransigencia hace de la derrota una tragedia.
La tolerancia admite la crítica; la intransigencia piensa que toda época pasada fue mejor.
La tolerancia busca la verdad con los otros; la intransigencia piensa poseer la verdad son los otros.
La tolerancia emplea como instrumento el diálogo abierto con todos; la intransigencia se cierra dentro del monólogo o dentro del diálogo interesado de los que piensan igual.
La tolerancia posibilita la convivencia pacifica; la intransigencia se opone a ella, difícilmente ayuda a sentirse bien a todos, trabajando por un bien común.
La tolerancia quiere la paz, la fundamenta en la justicia y en la verdad; la intransigencia fomenta la guerra, porque cree que sus argumentos son válidos y que pueden imponerse por la fuerza de la violencia verbal o de las armas.
La tolerancia tiene como evangelio la Declaración Universal de los Derechos Humanos; la intransigencia se rige aún por la Ley del Talión.
La tolerancia se mueve elegantemente en un contorno pluralista; la intransigencia prefiere el ámbito sectario y dogmático.
La tolerancia es acogedora; la intransigencia rechaza a todos los que no comulgan con sus ideas.
La tolerancia adopta una respetuosa postura crítica ante el pasado y está abierta a todas las realidades presentes y futuras; la intransigencia canoniza su pasado y se cierra ante las realidades actuales y ante las líneas de futuro que no coincidan con sus puntos de vista.
Reflexionemos todos juntos para así apoyar a quienes nos ayudan a crecer, a armonizar criterios para vivir mejor.
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